Jesús dijo, “Regreso a mi Padre– pero
no los dejaré huérfanos.”
Cristo le dijo a sus discípulos, “Ahora regreso al que me envió...no los dejaré desconsolados...” (Juan 16:5, 14:1). La palabra para “desconsolado” aquí es “huérfanos” - significa, “desposeído, sin padre.”
Algunas veces puede sentirse como los discípulos se sintieron - que está solo, y que Dios no está obrando a su favor. No ve evidencia alguna de su cuidado. Y Satanás le miente diciendo que el Espíritu de Dios le ha dejado por una temporada.
Pero hay un milagro increíble que no puedes olvidar. Es la promesa de Jesús a todos sus seguidores: “No los dejaré huérfanos. Pagué un precio por ti - ¡y tú eres mío!”
No importa por lo que estás pasando, tu padre celestial nunca ha abandonado ni una vez ningún pensamiento tuyo - y nunca lo hará. Escucha su promesa eterna e inquebrantable:
“Pero Sión dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí. ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros” (Isaías 49:14-16).
Este pasaje nos dice, “Tu necesidad de protección siempre está ante mis ojos. No hay un momento en que este despreocupado en mantener mis muros sobrenaturales de protección alrededor de ti. ¡Mi cerca protectora siempre está allí!”
He conocido algunas madres - incluso esposas de pastores - quienes han abandonado a sus hijos. Hace sólo unas semanas leí el testimonio de un pastor: “He estado casado por veinticinco años, pero mi esposa me dejó recientemente por un hombre que conoció a través de la Internet. Ella abandonó a nuestros niños y de mí. Todavía la amo, y quiero que vuelva a casa, pero ella no quiere. Estoy tan herido ahora mismo, que no puedo dormir. No sé cómo voy a vencer.”
Dios le responde a este hombre, “Incluso tu amada esposa puede abandonarte - pero yo nunca lo haré. ¡Mis muros alrededor de ti siempre estarán seguros!”
He escuchado y leído muchos testimonios de mujeres que han vivido con maridos alcohólicos por décadas. Cuándo leo de su desesperación, pregunto, “Señor, ¿por qué estas mujeres fieles tienen que sufrir tanto, sin señal de esperanza?”
En este tiempo último sufrimos un accidente de transito, donde murió una persona, fue un terrible dolor. Ver a mi esposa y familia sufrir por lo que nos sucedió es doloroso. Ningún ministro o teólogo podría explicarme por qué sufrimos cosas así de esta manera.
Pero, no importa por lo que cualquiera de nosotros tenga que pasar, o cuánto tiempo tenemos que soportarlo. Una cosa es verdad sobre todo tiempo de angustia o aflicción, no estamos huérfanos. Dios no es ajeno a nuestro dolor, siempre estará su preciosa presencia para consolarnos.
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