Si deseas ser reanimado, restaurado y liberado,
Dios te enviar una advertencia final
unida a una promesa!
Gracias a Dios por el profeta Hageo. Aquí estaba un hombre de Dios
viviendo en victoria, alguien que tenia la mente de Dios, que caminó en
gracia, y a quien el cielo se le abrió. Vino a escena y dio a Zorobabel y
a Josué una amonestacóin: Es para vosotros tiempo, para vosotros, de
habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues
así ha dicho Jehova de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos
(Hageo 1:4-5).
Este era un llamado para dejar de enfocarse en uno mismo, no sólo en
la comodidad personal, sino que también en la propia desesperación. Hageo
estaba diciendo: Olvídate del pasado! Es tiempo de levantarte de tu
letargo. A pesar de todo tu pecado, Dios desea que tomes su trabajo de
donde lo dejaste. Ahora, recoge tus instrumentos de trabajo y vuelve a
tener confianza en el Señor. Vuelve a tu cuarto secreto de oración,
vuelve a confiar en Dios que él te librará de tu pecado. Pronto has de oír
su voz otra vez!
La Escritura dice: Y despertó Jehova el espíritu de Zorobabel hijo de
Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo
sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y
trabajaron en la casa de Jehova de los ejércitos (Hageo 1:14). Entonces
Dios les dio esta promesa: Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este
día en adelante mas desde este día os bendeciré (2:18-19).
Zorobabel y Josué estaban una vez más caminando en fe y rectitud. Y
ahora el profeta les trajo la mejor palabra de todas, Dios iba a quitar
el obstáculo que casi los destruyo! Quién eres tú, oh gran monte? Delante
de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con
aclamaciones de: Gracia, gracia a ella (Zacarías 4:7).
Querido santo, esto es de lo que se trata tu prueba presente. Dios
va a inquietar tu corazón una vez más, y verás el cumplimiento de tu
llamado El Espíritu Santo va a destruir cada fortaleza en tu vida, no a
través de tu fuerza sino de la suya. Entonces terminarás el curso que
Dios ha puesto delante de ti. Y así como Zacarías, lo harás gritando:
Gracia, gracia! Dios ha sido misericordioso y fiel a mí!
Tendrás su unción diariamente, hasta tu último suspiro. Y saldrás con una corona de justicia sobre tu cabeza!
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