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miércoles, 1 de febrero de 2012

TRES MENTIRAS DEL DIABLO

 
¡Permita que le exponga tres mentiras del diablo!
 


Dios quiere que usted sea capaz de sobrepasar toda mentira del diablo -- ser puesto en libertad del hoyo en que él lo ha encerrado. Aquí están tres de las trampas de Satanás de las cuales usted debe estar en guardia:
  • Satanás sigue tratando de traer sus pecados para que quite sus ojos de su Salvador.
El diablo quiere que usted esté tan enfocado en su enfermedad que se olvide del poder del médico. ¡él quiere que usted olvide que Dios es su libertador -- que él está de su lado para salvarlo, no para destruirlo!

Aquí está cómo usted debe contestar a esa mentira: "No, diablo, yo no soy libre de la presencia del pecado. Siempre estará presente en mi carne. ¡Pero soy libre del poder que maldice el pecado!" Satanás puede molestarlo, tentarlo, acusarlo -- pero él no lo puede maldecir. ¡él puede tirar toda clase de acusaciones en usted -- pero él no puede tocar su alma! 

La ley no lo puede condenar, porque Cristo cumplió la ley. La justicia divina no lo puede condenar, porque Cristo santificó toda la justicia de Dios. Ningún pecado lo puede condenar, porque cada pecado está bajo su Sangre. Y la conciencia no lo puede condenar, porque Cristo es más grande que la conciencia. ¡Entonces, usted ha sido perdonado completamente -- No quedando nada que lo condene!
  • Usted puede pensar, "fui vencido por una lujuria -- se apoderó en contra de mi voluntad. ¡Solamente llego a mí, y yo caí otra vez!"
Usted fue tomado nuevamente por el pecado del cual usted le pidió a Dios que lo liberara. Ahora permítame preguntarle: ¿Usted gritó en contra de su pecado? 

La ley del Antiguo Testamento expresa que cualquier mujer que era "agarrada en el campo" y apoderada (violada) por un hombre sería inocente si ella había gritado por ayuda (ver Deuteronomio 22:23-27). Pero si ella no gritó -- eso es, si ella no se opuso ni resistió -- ella sería apedreada. 

Esto es una presentación de lo que el enemigo nos hace: él viene en contra nuestro cuando trabajamos en los campos del Señor y se apodera de nosotros con tentación. Pero, en ese momento, nosotros debemos clamar al Señor por la ayuda. La próxima vez que usted esté en tal lugar, haga de su clamor una oración: "Señor, yo odio esto. Yo no lo quiero. ¡Ayúdame!" ¡Su grito lo mantendrá inocente! 

¿Lo sigue condenando el diablo porque usted fue controlado, le fue tomada ventaja? Usted debe pararse en el espíritu y gritar, "Señor, Tu conoces mi corazón. Odio este pecado. No era algo que yo quería. ¡Estoy clamando a Ti ahora mismo -- y seguiré clamándote!"
  • Debemos arrepentirnos de nuestro desánimo por nuestros pecados.
Cuándo nosotros llegamos a estar desanimados, es prueba de dos cosas: nuestra ignorancia de la misericordia y la gracia de Dios, y de nuestra incredulidad de su amor para con nosotros. ¡Ambas son pecado! 

Si usted está desanimado por su pecado, significa que no confía en el amor de Dios por usted durante su tiempo de fracaso. Usted está viviendo en voluntaria ignorancia de la completa aceptación de Su Padre hacia usted ¡Y debe arrepentirse! 

Si usted solamente comprendiera cuán grande es la misericordia que Su Padre tiene hacia usted, sabría que El lo ama aún cuando usted le falla. ¡Entonces usted podría decir, "Oh, Dios, perdóname! He estado tan desanimado a causa de mi pecado. ¡Yo no he creído en Tu misericordia y perdón!" 

No, yo no soy digno de escribir este mensaje. Y usted no es digno de levantar manos en adoración a Dios. Nadie es digno -- no en nuestro propio poder o fuerza humana. Pero Jesús nos ha dicho, "yo te he hecho digno." ¡Y ahora podemos pararnos y decir en Su nombre, "soy digno -- por la Sangre del Cordero!"

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