En Juan 14 leemos lo que debía haber sido una de las experiencias más dolorosas de nuestro Señor.
Tan doloroso como fue para Jesús el ser rechazado y mal entendido por los judíos incrédulos, había algo aún más doloroso. Era la ceguera de sus propios discípulos!
La última cena había terminado. Judas ya había salido para traicionar al Señor. Pronto Jeúss iría al Getsemaní. Y ahora, sentado él con sus discípulos, compartió Él había pasado tres años revelándole al Padre.
Y ahora él dice, Yo vuelvo a mi Padre. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones, yo voy a preparar un lugar para ustedes. Un día ustedes vendrán y estarán allí conmigo.
Debe haber sobresaltado a Jesús escuchar a Tomás respondiendo, Señor, no sabemos a donde vas; cómo podemos saber el camino? (Juan 14:5). Tomás realmente estaba diciendo, Jesús, hablas tan íntimamente acerca de ir a tu Padre. Pero nosotros no sabemos como ir a él. No lo conocemos como tu. ¿Cómo podemos nosotros saber el camino al Padre?
Esta fue una confesión. Tomás estaba admitiendo, Señor, nosotros te conocemos. Hemos estado contigo íntimamente los últimos tres años. Pero no tenemos una revelación de quien es el Padre de su amor, su preocupación, su ternura. Por favor, antes que te vayas mustranos al Padre!
Pero, eso es lo que Jesús había estado haciendo durante los últimos tres años. Sus discípulos habían desconocido la revelación!
Si poseemos un pleno conocimiento de que tenemos un amoroso y cuidadoso Padre celestial, ¿Por qué andamos siempre abatidos cuando el enemigo viene otra vez contra nosotros? ¿Por qué nos desesperamos siempre que una carga financiera parece aplastarnos? ¿Por qué no podemos conseguir la victoria sobre el pecado que nos asedia?
Escucha cuidadosamente lo que Jesús contesta a Tomás. Tiene todo que ver con nosotros:
Si me conocieseis, también a mi Padre conocerais (Verso 7).
Entonces Felipe exclama: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta (mismo verso). Jesús estaba espantado con esto! l no poda creer lo que estaba oyendo. Tu puedes casi escuchar la incredulidad en su voz cuando responde a Felipe: Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a m, ha visto al Padre; cómo, pues, dices tú: muéstranos al Padre? (verso 9).
En otras palabras: Tomás, Felipe, mis preciosos discípulos ¿Cómo pueden preguntar esto? Ustedes dicen que me conocen, que hemos sido íntimos compañeros. Pero, ¿Cómo pueden desconocer la revelación que yo me he pasado los últimos tres años dándoles? ¿Aun no han visto que las poderosas obras que hice era el Padre en mí revelando quien es él, lo que le gusta, lo que él quiere ser para ustedes? Todo lo que yo les enseñara de su corazón, no del mío!
La revelación de un padre humano siempre ha fallado. Falló en el Antiguo Testamento y en nuestra presente generación, de jóvenes sin padre, que no tienen el concepto de lo que es un padre. Jesús sabía que tenía que haber una revelación de un Padre celestial cuidadoso, compasivo, y misericordioso para que nosotros tuviramos esperanza. Y Jesús mismo fue la expresión humana de ese Padre celestial!
Toda la vida de Jesús es un sermón ilustrado. Día a día, con cada milagro que hacía y cada parábola que enseñaba, él estaba expresando quien es el Padre. Y él envió su Espíritu Santo para que sus seguidores pudieran hacer incluso mayores obras y siguieran revelando el amor del Padre a las nuevas generaciones. Jesús sabía que ellos debían tener esta revelación del Padre, para que en todas estas cosas el Padre pueda ser glorificado en el Hijo.
Y ahora él dice a sus discípulos, ustedes necesitan una revelación de quien es vuestro Padre. Ustedes tienen que enseñar a otros que están ahora mismo como ovejas sin pastor. Ellos piensan que nadie se preocupa de ellos, que son hijos ilegítimos. Así que ustedes deben obrar como yo obro, hablar como yo hablo. Ellos necesitan saber que tienen un Padre amoroso en los cielos!
Amado, nosotros también necesitamos esa revelación! Nosotros debemos poder decir al mundo, Miren mi vida. Escuchen lo que digo. Vean las obras que hago. Todo esto proviene de mi Padre celestial!
Entremos más a fondo en esta escena con los discípulos. Yo me imagino a Jesús diciéndoles lo siguiente:
Bien, Felipe, tu quieres que te muestre al Padre? Solo recuerda la boda de Caná, cuando volví el agua en vino. Eso no lo hacía yo no era mi voluntad, ni mi plan. Eso fue una expresión de mi Padre! Él estaba mostrando su preocupación incluso por las necesidades más pequeas e insignificantes de sus hijos. Él estaba mostrando que se preocupa por la familia, por el matrimonio, por el alimento de sus hijos. Aquello fue el Padre obrando, Felipe! Tú sabes que yo nunca hago nada por mí mismo, sino solo lo que él me dice que haga.
O, tú recuerdas la alimentación de los cuatro mil, y después de los cinco mil? Esa gente había estado sin alimento por casi tres días. Ustedes vieron cuan hambrientos estaban. Y me preguntaron, cómo los alimentaremos? Así que yo partí el pan y los pescados y los repartimos. Y ustedes vieron como la gente aprovechó aquella abundante comida. Ustedes recuerdan todas las cestas de sobras.
Aun así, eso no fue mi plan, no fue mi obra. Yo solo estaba haciendo lo que el Padre me haba dicho! Aunque mi Padre sabía que la mayoría de esas personas después me desampararían y despreciarían, él estaba preocupado de sus estómagos, de sus necesidades físicas. Esto es una revelación de su preocupación por buscadores hambrientos! Y si ustedes buscan al Padre, él se preocupará de vuestras necesidades diarias también. No les he enseñado yo que él tiene contados todos los cabellos de sus cabezas que ni un pajarillo cae a tierra sin que él lo sepa?
¿Cómo puedes decir, Mustranos al Padre? No recuerdan como lloraba la viuda de Nan? Había una triste procesión fúnebre, donde ella llevaba a su hijo para enterrarlo. Ella había perdido la esperanza porque su hijo estaba muerto. Así que extendí mi mano y toqué el ataúd y el niño se levantó. Eso no era mi plan era una obra del Padre! Así es como él es. Él fue movido por las lágrimas de esa mujer. Esa fue una expresión de la preocupación de mi Padre por el dolor, la tristeza, la aflicción de sus hijos.
Tu dices que quieres conocer al Padre. No recuerdas a la mujer sorprendida en adulterio? Los sacerdotes y fariseos santurrones iban a apedrearla para darle muerte. Pero yo le dije Ve en paz. Yo no te condeno. Ve y no peques mas. Esas no eran mis palabras eran las de mi Padre! Yo no dije nada, ni hice nada, excepto aquello que reflejo su voluntad. Él habló las palabras a través de mí. Eso fue una vislumbre de su misericordia, su deseo de perdonar!
Y que del hombre poseído por una legión de demonios, a quien liberé? Nosotros lo vimos al bajar del barco. Había terror en su rostro y decía mientras gritaba, ten misericordia de mí, hijo de Dios! Recuerdas como estaba encadenado, con cortaduras y contusiones por todo su cuerpo. Yo mandé a esos demonios que salieran de él y fueran a un hato cerdos, al cual destruyeron. Luego viste al hombre en su juicio cabal. Y ahora tú me pides que te muestre al Padre? Ese era mi Padre obrando! Él lo realizó a través de mí! Él estaba mostrándoles como él echar a Satanás lejos de cada uno de sus hijos. Él romper todas las cadenas demoniacas de cualquier hijo que lo llame!
Yo te pregunto por qué Jesús dijo que el Espíritu Santo nos recordaría todas las cosas? Es para que podamos tener una revelación del Padre! Es para que nosotros podamos repetir en nuestras mentes cada milagro que él ha hecho en nuestras vidas cada liberación, cada obra maravillosa. Jesús está diciendo a través de todo esto, Todo lo que yo te he dado es una expresión del Padre celestial quien él es y lo que él desea ser para ti!
A nosotros que vivimos en la era del Nuevo Testamento se nos ha dado un gran testimonio. No solamente podemos considerar las obras de Jesús, sino también las grandes obras de la iglesia primitiva, así como dos mil años de otros piadosos haciendo mayores obras que estas. Eso es lo que nuestro Padre celestial es!
Tu puedes decir, Yo conozco al Señor. Yo tengo intimidad con él. Yo sé quien soy en Cristo. Pero aún Jesús puede estar diciéndote, Hemos estado juntos tanto tiempo y aun no conoces a Dios como tu Padre!
El propósito de la intimidad con Jesús es obtener una revelación de quien es el Padre. Si tú dices que tienes intimidad con Cristo pero tú no conoces al Padre, tú no has entrado a la plenitud de la intimidad porque no has hecho que Cristo abra tus ojos al Padre!
Algunos cristianos están constantemente abrumados por el temor. Algunos están siempre desalentados. Otros se revuelcan en culpabilidad, temerosos de que nunca alcanzaran victoria sobre su pecado. Ellos temen perder sus trabajos, su salud, su familia. Ellos no tienen paz, gozo ni reposo.
Aquí es cuando yo escucho a Jesús preguntando, ¿He estado contigo tanto tiempo, y aún no ves? ¿Todavía no conoces a Dios como Padre?
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