Serás reprendido por el mundo!
Cuando el capitán del barco encontró a Jonás durmiendo, lo sacudió y lo reprendió: "Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios;..." (Jonás 1:6). él le gritó a Jonás: "Qué haces durmiendo, predicador? Tirate sobre tu rostro y ora!"
Imagnate-un profeta de Dios, reprendido por un marino inconverso! Todos los marinos estaban despiertos, clamando a sus dioses-pero el profeta de Dios estaba durmiendo. Jonás había perdido su testimonio!
Me imagino lo que el profeta pensó cuando despertó. él sintió el mover del barco, escuchó a los hombres gritando de miedo, vio su habitación llenándose de agua. Tenía que estar pensando: "Oh, oh-este es el fin! Dios me ha alcanzado. Soy el causante de esta horrible tempestad!"
Así que se apresuró a ir a la cubierta para confesar. él dijo: "Hombres, esto es por mi. Soy un descarriado, huyéndole a Dios!" "...porque yo sé que por mí ha venido esta grande tempestad sobre vosotros." (verso 12). Todos los marinos gritaron: "Por qué nos traes todos estos problemas? Por qué le tienes tanto miedo a tu Dios que huyes de él? A qué clase de Dios le sirves, Jonás?" (verso 10).
El apóstol Pablo también sufrió varias tempestades en el mar. Pero no fue porque el estaba huyéndole a Dios. Al contrario, Pablo estaba en paz con Dios. él poda estar confiado mientras su barco se hacia pedazos, y asegurar a la tripulación de inconversos: "No se preocupen, caballeros-ninguno de ustedes se perderá. Escuché a Dios anoche. él me dijo que todos nos vamos a salvar!"
Si eres un descarriado, probablemente recuerdes un tiempo cuando podías estar confiado en cualquier tempestad o crisis. Como Pablo, puedes decirle al mundo: "Mi Dios puede!". Pero ahora lo único que la gente ve en ti es temor y cansancio. Como Jonás, estás débil, no eres partido para el enemigo. No puedes mandar en la tempestad. No traes una verdadera esperanza a la situación. Has perdido la dignidad que viene al caminar cerca con Jesús. La lujuria mundana ha vaciado todo tu poder espiritual!
Peor de todo, el haberte descarriado le presenta al mundo un cuadro poco atractivo de la salvación. Tú le haces ver que es más provechoso ser un pecador que un cristiano. Ahora tus colegas dicen: "Por qué ahora estás tan irritable? Dónde está el gozo que una vez tenías? Por qué has dejado de tratar de persuadirme a ir a la iglesia contigo? Te has dado por vencido con Dios?"
No debe existir una sola área en nuestras vidas en la cual parezca ser más atractivo servirle al diablo que servirle al Señor. En toda área debemos tener la apacibilidad, amabilidad, bondad y gracia de Dios. Nuestras vidas deben ser un testimonio que diga: "Sirve a Jesús. él hace camino donde no lo hay. El te llevará a través de cualquier tempestad!"
Pero el descarriado ha perdido ese testimonio. Él puede decir cómo era servirle a Jesús. Pero eso no es un testimonio, porque no tiene poder. Y esa es la reprensión de los impíos! Cuando la tempestad te azote con toda fuerza, y te apareces en el trabajo con lágrimas de tristeza, te dirán: "Qué clase de cristiano eres tú? Por qué no te pones de rodillas y llamas a tu Dios? Yo no puedo ayudarte. Él puede!" Ellos te testificarán a ti!
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