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martes, 13 de diciembre de 2011

EL ENEMIGO TRATA DE ENGAÑARTE


La Biblia nos ofrece una ilustración gráfica de cómo Satanás
trata de engañarnos y destruirnos
¡todo porque somos preciosos ante los ojos de Dios!


 
Esta ilustración aparece en Números 13-14.  Israel envió doce espías a la tierra prometida.  Cuando estos espías regresaron después de cuarenta días, ellos sembraron tres mentiras en el corazón del pueblo de Dios.  Las tres mentiras fueron:
  1. Hay demasiada gente en la tierra.  ¡Y ellos son más fuertes que nosotros!
  2. Las murallas son muy altas en la ciudad.  ¡Las fortalezas son impenetrables!
  3. Hay gigantes en la tierra, y no somos partido para ellos.  ¡Somos impotentes, estamos vencidos!
Estas mentiras le quitaron las fuerzas a Israel y el pueblo pasó una noche de desesperación: Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche.  (Nm. 14:1).  ¿Puedes imaginarte esta escena?  Piensa cómo debe haber sonado.  Más de dos millones de personas llorando, lamentándose, y gimiendo, completamente concentrados en su incapacidad.  El sonido de esos lamentos de incredulidad bombardearon el cielo.

Amado, mira esta escena atenta y profundamente. ¡Es posible que te veas a ti mismo en medio de ella!  ¿Alguna vez has pasado una noche como esa lamentándote y gimiendo a causa de las mentiras satánicas que fueron sembradas en tu espíritu?  ¿Alguna vez has clamado a Dios:  ¡Me rindo, no soporto más!  Esta prueba es demasiado. Existen fortalezas en mí que nunca caerán. Todo ha terminado para mí ahora, nunca venceré. ¡Perdí la batalla!

El diablo lanza estas mismas tres mentiras a todo el pueblo de Dios: Tus tentaciones son muy numerosas.  Tus codicias son muy abrumantes.  ¡Eres muy débil para resistir la fuerza que viene contra ti!

La palabra que Dios habló a Israel y es para nosotros también: ...vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. (Ex. 19:5).  Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra. (Dt. 14:2).

Estoy seguro que Israel se sintió precioso y especial para el Señor cuando primero los salvó.  Después que él los libertó de la esclavitud en Egipto, abrió el Mar Rojo y los rescató del ejército de Faraón, debieron decir: Mira los grandes milagros que Dios ha hecho por nosotros.  ¡Verdaderamente, él nos ama!

Y muchos cristianos dirían lo mismo de su Salvador y Señor: Oh, sí Dios me salvó del pecado.  Mira todo de lo que él me libertó.  ¡Debo ser especial para él!

Mi pregunta es: ¿Qué pasó?  En pocos años, muchos cristianos se convierten en Israel.  Todos los problemas y pruebas de la vida caen sobre ellos, y piensan: Una vez fuimos preciosos a los ojos de Dios - claro está, sólo para salvarnos.  Pero ahora, después de servirle estos años, no somos más que saltamontes.  ¡Somos comida para nuestros enemigos!

Tales creyentes derrotados no sienten el deleite de Dios sobre ellos.  En efecto, ¡muchos creen que Dios los ha abandonado!  Cuando Israel dijo: Somos saltamontes a los ojos de los gigantes, ellos estaban diciendo: Dios nos ha tratado como insectos indefensos que van a ser pisados. Nuestro enemigo nos va aplastar en tierra. ¡Somos como los saltamontes!

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