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jueves, 30 de junio de 2011

LA PIEDRA FUE QUITADA


“El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.” (Juan 20:1).




Quizás esto tomó lugar a las tres o cuatro de la mañana. Maria fue temprano al sepulcro mientras todos los demás dormían. Cuando ella encontró que la piedra fue quitada y el cuerpo de Jesús desaparecido, ella corrió a buscar a Pedro y Juan.

Cuando los discípulos llegaron, ellos entraron a la tumba y vieron las ropas de lino bien dobladas – pero ningún cuerpo. Ellos entendieron claramente que Jesús no estaba allí. Entonces, la Biblia dice, que los dos discípulos vieron y creyeron. (versículo 8).

Ellos recordaron las palabras de Jesús a ellos acerca de su resurrección en el tercer día.

El hecho que ellos vieron y creyeron fue perfectamente encomiable. Pero dos versículos después leemos:

“Los discípulos regresaron a su casa” (versículo 10).

Ellos estuvieron satisfechos con saber que Jesús ya no estaba allí. Así que volvieron a su vida normal.

¿No es parecida a la iglesia actual? Muchos cristianos dicen: “He visto el poder del evangelio. Por supuesto que creo.” Ellos identifican su relación con Jesús tan sólo por conocimiento mental.

¡No era así con María! La inteligencia no era suficiente para ella. Ella quería a Jesús mismo – y ella no se iba a mover:

“Pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro.” (versículo 11).

Su espíritu estaba gritando: “¡Este mundo es intolerable sin él! ¡No puedo regresar a casa, tengo que estar con él!” Ella estaba decidida a quedarse allí, mirando fijamente dentro de la tumba, hasta que su corazón quebrantado recibiera una respuesta:

“… Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto…” (Versículo 13).

María no se daba por vencida. Ella tenía un corazón consagrado que no podía satisfacerse con nada ni nadie excepto Cristo. Ella simplemente amaba al Señor. ¡Él era su vida!

¡Amados, esta es la imagen de la novia! Es esa clase de amor – una pasión ardiente por el novio – que trae una revelación de Jesús.

Y, por supuesto, el corazón devoto de Maria le trajo una maravillosa revelación:

“Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.” (versículos 11-12).

¡Fue una revelación del propiciatorio! Quizás recuerdas la descripción del propiciatorio del Antiguo Testamento: había un ángel a los pies y otro a la cabecera. Estos ángeles en la tumba ahora daban significado que Jesús mismo era el propiciatorio. ¡Ellos le estaban dando a María una revelación del propiciatorio de Cristo!

Mientras los otros discípulos estaban en sus hogares, María esta recibiendo una visita de la divinidad. Ella estaba viendo cosas que nadie más podía ver – ¡porque su corazón estaba entregado a Jesús!

Quiero hacer una declaración que – si la puedes aceptar – revolucionará tu vida: ¡Aquellos que tienen un corazón por Cristo recibirán la inteligencia de Cristo!

Si buscas el conocimiento de Jesús sin tener un corazón por él, lo vas a perder por completo. Puedes pasarte la vida estudiando a Cristo o sentándote bajo grandes maestros de la Biblia y todavía no conocer el corazón de Dios. ¡Pero, si tú simplemente tienes un corazón apasionado por Jesús, recibirás su revelación!

La novia dice: “Mi Amado esta en la gloria ahora mismo, como un hombre glorificado y como Dios. Él ha sido rechazado por este mundo. Y porque este mundo ha rechazado a mi Cristo, mi Amante, no puedo amar nada aquí. Mi corazón no está en esta tierra. ¡Está dondequiera que él está!”

¡El corazón de la novia está con su novio – sentado en gloria a la diestra del Padre!

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