Es triste decirlo pero muchos cristianos
descuidan su búsqueda de Dios!
Muchos de nosotros leemos la Biblia con aburrimiento. Nosotros abrimos la Palabra de Dios solo porque sabemos que debemos y su mensaje no se registra en nosotros. No trae vida divina. También oramos cada vez menos. No anhelamos encerrarnos para hablar con el Señor.
Amados, el don del Espíritu Santo dentro de nosotros nos provee con todo el poder, recursos, esperanza, gracia y paz que podamos necesitar. Y aun así lo sujetamos al espantoso abuso de descuidarlo! Es un abuso absoluto contra el Espíritu que nosotros llevemos cargas innecesarias que caminemos nerviosos y decaídos ante un mundo malvado como si Dios estuviera muerto.
Por eso que el Espíritu Santo suspira y gime en nuestro espíritu, con gemidos indecibles. Él suspira dentro de nosotros mientras se retira por un tiempo! No, el no nos abandona totalmente pero a veces el se retira por una temporada para probar nuestra fe.
Por qué suspira? Es porque, en vez de correr a él, estamos despiertos toda la noche hablando con nuestras amistades, leyendo libros de ayuda, tratando de encontrar algunas respuestas. Y todo el tiempo descuidamos su presencia! Él se sienta en el mismo santuario de nuestro corazón, ofreciéndonos todo lo que necesitamos. Pero nosotros insistimos en gritar nuestras necesidades a otros y caminando de un lado a otro con los rostros pesados!
Cuándo el Espíritu Santo suspiro en mi vida, me examinaba a mi mismo, preguntando, Señor, qué hice mal? Hay algún pecado escondido en mi? He cavado y cavado por respuestas leyendo libros, haciendo estudios de palabras. He tratado desesperadamente de descubrir por que estaba pasando por una enfermedad sin nombre.
A veces este espíritu abrumante aun viene sobre mí. Pero ahora sé de lo que se trata y ya no le tengo temor. Yo sé que no tiene nada que ver con estar en pecado. Mas bien, es el Espíritu Santo obrando en mí. Él esta suspirando para que yo corra de regreso a los brazos de Jesús!
Ese es exactamente el efecto que el suspiro del Espíritu tuvo sobre el salmista. Le dio un hambre renovada por Dios:
Dije: Enfermedad mía es esta; traeré pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordare de las obras de Jehova; si haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditare en todas tus obras, y hablare de tus hechos. O Dios, santo es tu camino; Qué dios es grande como nuestro Dios? Tu eres el Dios que hace maravillas hiciste notorio en los pueblos tu poder. (Salmo 77:10-14).
me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas. Entrare al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo. (Salmo 43:3-4).
El Espíritu permita que esta enfermedad sin nombre plague nuestras vidas hasta que digamos, No puedo descifrar esto! Yo sé que no puedo pelear al diablo en mi propia fuerza y no puedo vencer cualquier tentación sin el Espíritu Santo. Estoy cansado de ir a otros tratando de conseguir una respuesta. O Señor te llamo a ti ahora. Y no puedo hacer nada sin ti, Espíritu Santo, toma control!
Sencillamente, lo que experimentamos en esta enfermedad es soledad o anhelo por Jesús. Realmente no es una depresión. No, es un anhelo por disfrutar de la presencia del Salvador! De esto se trata el suspiro y el gemir.
Ves, cuando no tenemos su presencia, se ve en nuestra cara. Y el salmista escribió, mientras me dicen todos los días, Dónde esta tu Dios? (Salmo 42:3).
Evidentemente, él estaba descorazonado, y se reflejaba en su cara y en su cuerpo. Viéndolo a él con tal tristeza y desesperanza, los demás le decían, Debes ser una persona de fe. Así que, Dónde esta tu Dios?
Amados, si no corres al Señor y tu rostro refleje eso entonces el mundo tiene todo el derecho a hacerte la misma pregunta: Mira como estas! Te ves horrible, tan triste, tan desesperanzado. Dónde esta tu Dios? Dónde esta el Cristo del que tanto predicas?
Dice tu cara ante una generaron perdida y confundida, Mi alma descansa, mi mente esta en paz porque tengo viviendo dentro de mi al mismo Espíritu de Dios? Él me esta guiando, confortando mi alma atribulada. Y no necesito temer al mal porque duermo y despierto en el poder salvador del Espíritu Santo quien vive en mi!
Amados, el don del Espíritu Santo dentro de nosotros nos provee con todo el poder, recursos, esperanza, gracia y paz que podamos necesitar. Y aun así lo sujetamos al espantoso abuso de descuidarlo! Es un abuso absoluto contra el Espíritu que nosotros llevemos cargas innecesarias que caminemos nerviosos y decaídos ante un mundo malvado como si Dios estuviera muerto.
Por eso que el Espíritu Santo suspira y gime en nuestro espíritu, con gemidos indecibles. Él suspira dentro de nosotros mientras se retira por un tiempo! No, el no nos abandona totalmente pero a veces el se retira por una temporada para probar nuestra fe.
Por qué suspira? Es porque, en vez de correr a él, estamos despiertos toda la noche hablando con nuestras amistades, leyendo libros de ayuda, tratando de encontrar algunas respuestas. Y todo el tiempo descuidamos su presencia! Él se sienta en el mismo santuario de nuestro corazón, ofreciéndonos todo lo que necesitamos. Pero nosotros insistimos en gritar nuestras necesidades a otros y caminando de un lado a otro con los rostros pesados!
Cuándo el Espíritu Santo suspiro en mi vida, me examinaba a mi mismo, preguntando, Señor, qué hice mal? Hay algún pecado escondido en mi? He cavado y cavado por respuestas leyendo libros, haciendo estudios de palabras. He tratado desesperadamente de descubrir por que estaba pasando por una enfermedad sin nombre.
A veces este espíritu abrumante aun viene sobre mí. Pero ahora sé de lo que se trata y ya no le tengo temor. Yo sé que no tiene nada que ver con estar en pecado. Mas bien, es el Espíritu Santo obrando en mí. Él esta suspirando para que yo corra de regreso a los brazos de Jesús!
Ese es exactamente el efecto que el suspiro del Espíritu tuvo sobre el salmista. Le dio un hambre renovada por Dios:
Dije: Enfermedad mía es esta; traeré pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordare de las obras de Jehova; si haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditare en todas tus obras, y hablare de tus hechos. O Dios, santo es tu camino; Qué dios es grande como nuestro Dios? Tu eres el Dios que hace maravillas hiciste notorio en los pueblos tu poder. (Salmo 77:10-14).
me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas. Entrare al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo. (Salmo 43:3-4).
El Espíritu permita que esta enfermedad sin nombre plague nuestras vidas hasta que digamos, No puedo descifrar esto! Yo sé que no puedo pelear al diablo en mi propia fuerza y no puedo vencer cualquier tentación sin el Espíritu Santo. Estoy cansado de ir a otros tratando de conseguir una respuesta. O Señor te llamo a ti ahora. Y no puedo hacer nada sin ti, Espíritu Santo, toma control!
Sencillamente, lo que experimentamos en esta enfermedad es soledad o anhelo por Jesús. Realmente no es una depresión. No, es un anhelo por disfrutar de la presencia del Salvador! De esto se trata el suspiro y el gemir.
Ves, cuando no tenemos su presencia, se ve en nuestra cara. Y el salmista escribió, mientras me dicen todos los días, Dónde esta tu Dios? (Salmo 42:3).
Evidentemente, él estaba descorazonado, y se reflejaba en su cara y en su cuerpo. Viéndolo a él con tal tristeza y desesperanza, los demás le decían, Debes ser una persona de fe. Así que, Dónde esta tu Dios?
Amados, si no corres al Señor y tu rostro refleje eso entonces el mundo tiene todo el derecho a hacerte la misma pregunta: Mira como estas! Te ves horrible, tan triste, tan desesperanzado. Dónde esta tu Dios? Dónde esta el Cristo del que tanto predicas?
Dice tu cara ante una generaron perdida y confundida, Mi alma descansa, mi mente esta en paz porque tengo viviendo dentro de mi al mismo Espíritu de Dios? Él me esta guiando, confortando mi alma atribulada. Y no necesito temer al mal porque duermo y despierto en el poder salvador del Espíritu Santo quien vive en mi!
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