Jesús le dijo a estos diez leprosos la misma
cosa que le había dicho a cada leproso que limpió:
“¡Ve y muéstrate al sacerdote como testimonio!”
cosa que le había dicho a cada leproso que limpió:
“¡Ve y muéstrate al sacerdote como testimonio!”
En Lucas 5:14, Jesús le había dicho a un leproso diferente: “Ve, y muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, según Moisés ordenó, para testimonio a ellos.” (Lucas 5:14).
Ahora, ningún leproso podía simplemente volver a su hogar o iglesia o derechos de pacto. Había ciertas cosas que él tenía que hacer.
Primero, tenía que ser declarado limpio por un sacerdote - y eso llevaba consigo una ceremonia muy elaborada, detallada que tomaba ocho días. Tenía que ser afeitado completamente, bañado y examinado. Después venían los sacrificios, rociaduras de sangre y aceite, ungimientos, ofrendas. Y después de todo esto, tenía que esperar ocho días más antes que pudiera ser restaurado a su familia y a sus derechos. En total, ¡el proceso tomaba dieciséis días de increíble actividad religiosa!
Estas ceremonias altamente religiosas eran simbólicas - tipos usados para enseñar al pueblo sobre la gloria del Mesías. Todo esta descrito en Levítico 14 - y esto era lo que los diez leprosos iban a hacer en su pueblo.
De aquí a ese tiempo Jesús y los apóstoles probablemente tomaron algo para comer y estaban alejados por el camino más allá del pueblo. Pero de repente oyeron un alboroto detrás de ellos. Cuando se volvieron y miraron atrás, vieron a un hombre corriendo hacia ellos - ¡gritando y ondeando sus brazos! Uno de los discípulos dijo: “Es uno de esos diez leprosos del pueblo.” Y cuando se acercó, le oyeron gritando: "¡Gloria - gloria a Jesús! ¡Te alabo!”
¡Era el Samaritano! Cuando llegó a Jesús, se postró a sus pies - ¡y rompió en alabanzas y acción de gracias! Desde lo más profundo de su ser vertió adoración para el Hijo del Dios viviente: “¡Tú eres Dios! No podrías haber hecho esto a menos que fueras el Hijo de Dios. ¡Alabado sea Dios! ¡Gloria!”
Jesús inclinó el rostro a él y dijo: “¿No fueron diez los limpiados? pero ¿dónde están los nueve?” (Lucas 17:17). Él estaba preguntando: “¿Por qué sólo tú? ¿Dónde están tus amigos, los otros que sané?”
Amado, ¡ésa es la pregunta que Jesús todavía está haciendo hoy! De las muchas multitudes que él ha limpiado y sanado, ¡sólo un remanente es atraído a él! Así que ¿dónde están los otros? Te diré dónde - están en el mismo lugar donde terminaron los nueve leprosos sanados: ¡perdidos en la iglesia – tragados por la religión!
Creo en las estadísticas de la Biblia. Y si las estadísticas de esta historia en el evangelio de Lucas es exacta, entonces el 90 por ciento de aquéllos que son tocados por Jesús terminan regresando a alguna iglesia muerta y seca. ¡Nunca entran en Jesús – porque se pierden en la religión!
Ahora, estos nueve leprosos estaban ansiosos por proseguir con sus vidas. Ellos dijeron: “Tengo que volver a mi esposa y familia. Quiero a mi amor propio. Quiero volver a la sinagoga y estudiar sobre la venida del Mesías!”
Puedes decir: “¿Qué hay de malo en eso? ¿No se le ha ordenado al hombre mantener su propia casa? y ¿no habla. David de meditar en las cosas profundas de Dios? ¿No se supone que los cristianos sean motivados a trabajar diligentemente - para hacer exactamente lo que los nueve leprosos hicieron? Y ¿no dijo Jesús que fueran directamente al sacerdote?”
Sí, todo eso es verdad - ¡pero todo pierde sentido si no consigues conocer a Jesús primero!
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