"Foto: Culto domingo 23 de enero en talara"
¡La lepra en la Biblia siempre ha sido
un tipo del pecado!
un tipo del pecado!
La Escritura muestra al leproso como un tipo del pecador viviendo en vergüenza - debilitado y gastado por los efectos terribles del pecado.
En muchos de nuestros servicios en la iglesia cristiana, las primeras sillas están ocupadas por personas que habían sido “leprosos.” Éstos son hombres que fueron adictos a muchos males como pornografía, vicios, entre otros. La lepra del pecado le costó a muchos de ellos todo lo que tenían: esposas, hijos, trabajos, amor propio, salud, y razón. Algunos terminaron desamparados, desvalidos, totalmente perdidos.
No sé cómo estos diez leprosos oyeron de Jesús. Quizás un vagabundo leproso había pasado y les contó de las curaciones milagrosas que Jesús había realizado por leprosos en otros pueblos o ciudades. En cualquier caso, sabían que Jesús de algún modo estaría pasando – ¡y estaban esperando verlo ansiosamente!
Trate de imaginarlo: Allí se sientan ellos, tan cerca del camino como pueden, pero todavía a unos doscientos a trescientos pies fuera del campo. Han acampado toda la noche. ¡Qué vista lastimosa la que deben haber sido! Diez hombres cojeando, sucios, decadentes, agonizantes, sosteniéndose uno al otro para cuando Jesús pasara.
Me he preguntado muchas veces si, cuando ellos vieron a Jesús y a los apóstoles acercándose por el camino, empezaron a ondear sus muñones. ¿Señalaron sus extremidades que perdieron? ¿Ondearon sus trapos sucios de vestir? No sé cómo lograron llamar su atención; pero cuando Jesús se acercó gritaron fuerte: “¡Jesús, Maestro - ten misericordia de nosotros!”
No estaban pidiendo dinero, o por el cielo cuando murieran. ¡Estaban pidiendo por misericordia! Era como si estuvieran suplicando: “Jesús - ¿cómo puedes algo tan lastimoso y no tener misericordia? ¿Cómo podrías darnos la espalda?”
Estoy seguro que Jesús no hizo una mueca de dolor o se volteó ni siquiera por un momento. Él los miró directo a la cara - y con gran compasión dijo: “Vayan muéstrense a los sacerdotes.” (Lucas 17:14).
¿Puedes imaginar lo que estos leprosos deben haber pensado? “¿Regresar al sacerdote? ¡Pero él fue quien nos examinó y nos declaró inmundos! Él nos corrió del pueblo. Si todos nosotros nos presentáramos a su puerta, él nos echaría una mirada y se burlaría de nuestro descaro. Nadie ha sido sanado nunca de lepra. Él pensaría que estamos locos!”
¡Pero creo que había un flujo inmediato de vida, salud y fuerza en los diez hombres! Uno movió un brazo que no había podido mover en meses. Otro sintió vida empezando a latir en él - ¡y comenzó a saltar de arriba abajo! Uno detrás de otro, miraban sus manos, y las caras unos a otros - y su piel escamosa y cenicienta estaba comenzando a cambiar. La piel que lucía saludable estaba siendo restaurada en sus miembros, sus caras - ¡estaban siendo sanados!
¿Recuerdas la hora en que Jesús tuvo misericordia de ti? – ¿cuán limpio y vivo te sentías? ¿Gritaste porque sentías su poder limpiador? ¿Sentías la nueva vida en ti?
¡Estos hombres tenían que haber sentido esa vida! Puedes estar seguro se estremecieron de emoción, ¡y gritaron de alegría! La piel cruda y podrida se estaba cerrando ahora. Y donde hubo heridas ¡ahora había piel nueva, saludable!
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