El Señor me mostró recientemente que todavía estaba vacilante sobre oír su voz hablar a mi alma. Oh, [yo] sé que él habla, y que las ovejas necesitan conocer la voz del Maestro. ¡Pero dudé mi habilidad de oírle! Pasé todo mi tiempo “comprobando” la voz que oí – y cuando era demasiado grande o demasiado misteriosa para mí, pensé, "Éste no puede ser Dios. Además, ¡el diablo puede hablar también! La carne habla, los espíritus mentirosos hablan. Una multitud de voces vienen a nosotros todo el tiempo, ¿Cómo puedo conocer la voz de Dios?"
Creo que se requieren tres cosas de aquéllos que oirían la voz de Dios:
Una confianza inquebrantable de que Dios está queriendo hablarte. Tienes que estar totalmente persuadido y convencido de que Dios quiere hablarte. De hecho, él es un Dios que habla – y él quiere que conozcas su voz para que puedas hacer su voluntad. Lo que Dios te dice nunca irá más allá de los límites de la Escritura. Y no tienes que ser ordenado o tener un doctorado para entender su voz. Todo lo que necesitas es un corazón que diga, "¡Creo que Dios desea hablarme!"
Tiempo de calidad y quietud. Necesitas estar deseoso de encerrarte con Dios y permitir que todas las otras voces se callen. En verdad, Dios nos habla a lo largo del día. Pero siempre que ha querido construir algo en mi vida, su voz sólo ha venido después que yo apague todas las otras voces menos la suya.
Pidiendo en fe. No obtenemos nada de Dios (incluso el oír su voz) a menos que creamos de verdad que él puede transmitir su mente a nosotros - ¡para habilitarnos a entender su voluntad perfecta!
Jesús dice: "Si un hijo pidiera pan a cualquiera de ustedes que es padre, ¿le dará una piedra? O si le pide a un pez, ¿le dará una serpiente? O si le pide un huevo, ¿le ofrecerá un escorpión?" (Lucas 11:11-12). En otras palabras: Si le pides una palabra a tu Padre celestial - una guía clara, una corrección piadosa, una necesidad particular, ¿piensas por un momento que él permitiría al diablo venir y engañarte?"
Suponte que un hijo llama a su padre todas las noches por dirección y consejo. Entonces un día el padre decide jugarle una broma a él. Contrata a un imitador para que conteste el teléfono - alguien que imite su voz. Cuando el muchacho llama, el impostor le da todo tipo de orientación y consejos engañosos. De repente el hijo está completamente desconcertado y acongojado - ¡porque todo lo que oye va contra lo que él ha aprendido de su padre!
¿Qué tipo de padre dirías que este hombre fue? Sí - ¡un padre cruel! Pero eso es de lo que acusamos a Dios de ser, cuando no confiamos en él para darnos su voz y no una de un impostor del infierno.
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