“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” (Romanos 8:26).
Esta multitud de teorías pueden traer confusión, trayendo toda clase de preguntas acerca de la oración: ¿Cuándo es que la oración se convierte en intercesión? ¿La intercesión es medida por fervor, o bullicio, o el tiempo que paso de rodillas? Me instruyen a orar según la voluntad de Dios, pero ¿Cómo conozco su voluntad? ¿Y como puedo orar? ¿Cuentan las oraciones mentales? Exactamente, ¿Por qué cosa oro?”
Tal confusión puede ser abrumante, y hace que pocos oren. Pero nunca hubo un tiempo cuando las oraciones del pueblo de Dios son más necesitadas que ahora. Vivimos en un mundo enloquecido. Aun en su tiempo antiguo, Pablo dijo de la tierra, “Toda la creación ahora gime.”
Los ecólogos nos dicen que las capas de hielo del mundo están derritiéndose, que diluvios inundaran las ciudades costeras. En el futuro, nos dicen, que el calentamiento global matara toda vida vegetal. Predicen que la tierra quedara desolada, totalmente inhabitable.
Las cargas de estrés causadas por tales reportes ahora están abrumando a la gente mundialmente. Y los cristianos no están exentos del estrés. Pablo dice, “Aun nosotros que tenemos el Espíritu gemimos, esperando ser liberados de esta mundo inestable. Ansiamos nuestra redención.”
Mientras los eventos globales empeoran, conspirando robarle la paz a la gente, sociedades en todas partes están buscando una fuente de consuelo. Pero no lo están encontrando en psicoterapia, en religión muerta, en cause, ni aun en caridad.
Nuestra única fuente para tal tiempo es la oración de fe. La Biblia nos ha dicho, “El mundo no conoce a Cristo. Y ellos no le recibirán. Pero tu lo conoces a el. ”
En esta etapa de mi vida y ministerio, una de mis mayores preocupaciones tiene que ser que yo mantenga mi vida de oración. Cuando descuido la oración, contristo el Espíritu de Dios en mí. Si, es posible para nosotros contristar al Espíritu Santo. Pablo alude a esto cuando escribe, Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios,…” (Efesios 4:30).
Ciertamente, el Espíritu comparte el dolor de Dios por la incredulidad y falta de oración de su pueblo. Considera solo unas cuantas maneras poderosas en que el Espíritu Santo juega un papel en nuestras oraciones:
Es durante la oración que el Espíritu sella las promesas de Dios en nuestros corazones.
Es durante la oración que el Consolador pronuncia esperanza a nosotros.
Es durante la oración que el Espíritu suelta ríos de consuelo, paz y descanso en nuestra almas.
Estos días, mi oración es esta, “Espíritu Santo, mantenme en comunión cercana con Jesús. No me permitas descuidar mi tiempo a solas con Aquel que ama mi alma. Mantenme sobre mis rodillas. Entonces conoceré tu consuelo.”
Te animo: haz esta tu oración también.
Considera lo que Pablo esta diciendo aquí acerca del papel del Espíritu Santo en nuestra vida de oración. Nos confundimos acerca de la oración, haciéndola parecer tan complicada. Si vas a cualquier librería cristiana, encontraras muchos libros sobre este tema, con fórmulas detalladas sobre como orar.
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