¡Serás apedreado por la mayoría! Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. --Señor Jesús --decía--, recibe mi espíritu. (Hechos 7:59). ¿Quiénes apedrearon a Esteban? ¡El concilio más prestigioso de aquellos días! Y lo llevaron ante el Consejo. (Hechos 6:12). ¡Fue un hombre contra la muchedumbre!
¡Aquí tenemos a un hombre, con los ojos fijos en Jesús! Sin embargo, es odiado. Escucha el odio de estos sacerdotes, de estos fanáticos religiosos: Al oír esto, rechinando los dientes montaron en cólera contra él. (Hechos 7:54). Entonces ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, (versículo 57). ¿Qué había en este hombre justo que tanto enojaba a las multitudes religiosas? Él predicaba verdad que cortaba hasta el corazón. ¡Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo! (versículo 51). Ustedes, que recibieron la ley promulgada por medio de ángeles y no la han obedecido. (versículo 53). ¡Él tenía que predicar la verdad! Tenían corazones que aún estaban aferrados al mundo - atados por la lujuria. Ellos conocían cuál era la ley de Dios, pero se negaban a obedecer. Crucificaron a Cristo.
La espada de dos filos de la verdad había cortado en lo profundo de sus corazones. Pero fue su testimonio de un cielo abierto que hizo caer la ira sobre él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. --¡Veo el cielo abierto --exclamó--, y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios! Entonces ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una se abalanzaron sobre él, lo sacaron a empellones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. (Hechos 7:55-58).
Esteban expuso mezcla, ¡doble ánimo! Entonces se hicieron un ídolo en forma de becerro. Le ofrecieron sacrificios y tuvieron fiesta en honor de la obra de sus manos. Pero Dios les volvió la espalda y los entregó a que rindieran culto a los astros. Así está escrito en el libro de los profetas: "'Casa de Israel, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto? Por el contrario, ustedes se hicieron cargo del tabernáculo de Moloc, de la estrella del dios Refán, y de las imágenes que hicieron para adorarlas. Por lo tanto, los mandaré al exilio más allá de Babilonia. (Hechos 7:41-43).
En esta época de gracia, si miras a una mujer con lujuria, has cometido adulterio a los ojos de Dios. Si odias, eres un asesino. Y si palabras maliciosas son lanzadas contra ti porque sigues a Dios por completo, ¡te están apedreando! Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. (Prov. 18:6,8). Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. (Salmo 64:3).
Jesús enseñó una parábola de un hacendado que tenía una viña y mandó a buscar los primeros frutos en el tiempo de la cosecha. Él envió a sus siervos. Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero. (Mateo 21:35) ¡Así sucede en la actualidad! Dios ha enviado a sus santos vigilantes para que reúnan el fruto de su viña. Pero al contrario, hay azotes verbales, asesinatos con odio, y te apedrean con palabras cortantes.
Tenemos una Compañía Esteban en la actualidad que puede decir, ¡puedo ver el cielo abierto! Es aquella visión clara de Jesús - aquella palabra cortante de verdad - ¡la cual invoca la ira de aquellos de corazón incircunciso!
Los israelitas trataron de apedrear a Josué y a Caleb por su llamado a entregarse por completo. Diez espías desanimaron al pueblo de Dios diciendo Entonces Caleb hizo callar el pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y poseámosla; que más podremos que ella. (Núm. 13:30). Pero ellos dijeron: Hagamos un capitán, y volvámonos a Egipto. (Núm 14:4). Y Josué hijo de Nun, y Caleb hijo de Jephone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos; Y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos meterá en esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra, porque nuestro pan es: su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová: no los temáis. Entonces toda la multitud habló de apedrearlos con piedras. Mas la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo del testimonio a todos los hijos de Israel. (Núm. 14:6-10).
Mi preocupación en esta historia no es por Josué y Caleb, porque Dios estaba con ellos. ¡Mi preocupación es por este pueblo de Dios que rechina sus dientes y levanta piedras! ¿Por qué un llamado a obediencia saca de ellos tal reacción? ¡Mira el llamado! Estoy convencido que una vez que el corazón está capturado por un ídolo o lujuria, la incredulidad toma control. La tolerancia y la incredulidad van mano a mano. Entonces, toda prédica contra la tolerancia les irrita y terminan peleando con Dios, mientras ciegamente confiesan su nombre.
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