¿Has conocido alguna vez la depresión? ¿Alguna vez has estado tan preocupado y perplejo que has pasado noches sin dormir? ¿Tuviste tiempos cuando estabas tan bajo y molesto que nadie te podía consolar? ¿Has estado tan bajo que tuviste deseos de rendirte, sintiendo que tu vida era un fracaso total?
No me estoy refiriendo a alguna condición física. No me estoy refiriendo a personas que tienen algún desequilibrio químico o enfermedad mental. Estoy hablando de cristianos que de vez en cuando luchan contra una depresión que los azota de la nada. Su condición a menudo no viene de una sola fuente, sino de muchas. A veces son azotados de todos lados, hasta que están tan abrumados que no pueden ver mas allá de su desesperación.
Si esto te describe, entonces el Salmo 77 fue escrito para ti. Su significado es para señalarte la salida de tu pena y temor. Este Salmo fue escrito por un hombre llamado Asaf, un levita de la línea sacerdotal de Israel. Asaf también era cantante, y servia como el director de coro asignado por David. Por todo, Asaf escribió once Salmos. Y estaban tan llenos de instrucción justa para el pueblo de Dios que yo llamaría a este hombre un predicador laico.
Asaf escribió el Salmo 77 después que el cayo en un horrible hoyo de desesperación. Su condición llegó a ser tan mala que Asaf estaba mas allá del consuelo: “… mi alma rehusaba el consuelo.” (Salmo 77:2). Este hombre piadoso estaba en tal desesperación, que nada que le dijeran lo podía sacar de su condición. Ni Asaf mismo podía pronunciar palabra: “… estaba yo quebrantado y no hablaba.” (77:4).
Mas sin embargo, Asaf era un hombre de oración. Vemos esto en el mismo Salmo mientras él testifica: “Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé porque él me escucha.” (77:1).
Estoy seguro que Asaf había escuchado el testimonio muy similar de David en el Salmo 34: “Los ojos de Jehová están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos. (34:15). David dice antes en el Salmo, “Busqué a Jehová, y él me oyó y me libró de todos mis temores. Este pobre clamó, y lo oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias.” (34:4, 6).
Sin duda, Asaf había escuchado a David contar la fascinante historia de cómo él tuvo que huir de Gat para alejarse de Saúl. David tuvo que hacerse pasar por un loco en ese pueblo para escapar con su vida. Este exiliado siervo del Señor se sintió tan bajo en ese tiempo, como un gran fracasado, que él clamó a Dios. El busco al Señor en su agonía, y David testifica que él fue totalmente liberado. De hecho, Dios puso un canto en el corazón de David.
Vemos a David relatando su nuevo canto de fe a sus músicos en el Salmo 40. Seguramente, que este cántico llego a las manos de Asaf, el director del coro. El Salmo declara: “… oyó mi clamor, y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos.” (40:1-2).
Como el líder nacional de adoración, Asaf canto estas canciones acerca de liberación y oraciones contestadas. El ministro estas mismas verdades a Israel, arreglándolas y declarándolas en cánticos, dirigiendo el coro en una voz unificada de fe. De hecho, en su propia canción de adoración – Salmo 78 – Asaf castiga a Israel por su incredulidad. Él los corrige, diciéndoles que Dios no había contestado sus oraciones a causa de sus pecados:
“Su espíritu no fue fiel con Dios. Ellos hablaron contra Dios, diciendo, ‘¿Puede el Señor proveer una mesa en el desierto? ¿Puede dar pan también? Por todo esto ellos pecaron también, y no creyeron sus maravillosas obras. Ellos limitaron al Santo de Israel. Ellos lo provocaron y entristecieron.” (Ver Salmo 78).
Pero ahora Asaf estaba enfrentado su propia lucha. La Biblia no nos dice que causo la depresión de este hombre. Todo lo que sabemos es, su alma estaba tan cargada que no podía dormir: “No me dejabas pegar los ojos;” (77:4).
En este punto, Asaf escribe que él estaba desilusionado por el silencio de Dios: “Al Señor busqué en el día de mi angustia;… ¿Desechará el Señor para siempre y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?” (77:2, 7-9). El director del coro de Israel parece concluir, “¡Dios no contesta mis oraciones!”
CONTINUARA...
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