Por años los israelitas habían deseado ser gobernados por un rey humano. Y finalmente, Dios lo permitió. Él dijo al profeta Samuel que ungiera a Saúl para ser gobernante sobre Israel. Así que el profeta se reunió con Saúl, vertió una redoma de aceite sobre su cabeza y lo besó. Después dijo a Saúl: ”Te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel.” (1 Samuel 10:1).
A ningún ser humano se le podría haber dado un mejor cumplido. Samuel estaba diciendo, en esencia: ”El Señor está contigo, Saúl. Eres un vaso escogido, alzado por la mano de Dios. Además, Dios inmediatamente bendijo a Saúl con un corazón para cumplir su llamado: “Le mudó Dios su corazón… y el Espíritu de Dios vino sobre él (Saúl) con poder, y profetizó.” (versículos 9-10).
Ahora, Saúl no fue jactancioso. El no ostentó su unción o posición. De hecho, la Biblia dice que él se miró pequeño a sí mismo (véase 15:17). Vemos un ejemplo de la discreción de Saúl cuando él volvió a su hogar de su encuentro con Samuel. Su tío lo detuvo, curioso acerca de lo que había sucedido. Su tío sabía que Samuel tenía una reputación de hablar sólo con un poderoso propósito en mente. Así que rogó a su sobrino: ”Por favor, dime, Saúl - ¿Qué te dijo Samuel?”
Pero, la Escritura dice: ”Mas del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, (Saúl) no le descubrió nada.” (10:16). Saúl estaba en medio de increíbles noticias -sin embargo, no dijo una sola palabra. Yo le pregunto - ¿cuántas personas conoce usted que podrían guardar tal cosa para ellos mismos?
Poco después, Samuel congregó a la nación en Mizpa. El profeta tenía dos propósitos en mente: primero él quería castigar al pueblo por abandonar al Señor y desear un rey humano. Después él quería presentarles a Saúl como el gobernante escogido por Dios. Sin embargo, cuando vino el momento para que Saúl fuera presentado, no le pudieron encontrar. Samuel envió una delegación para encontrarle - y finalmente encontraron a Saúl escondido entre el bagaje.
Cuando Saúl fue traído delante de la multitud, él era todo lo que ellos podrían haber deseado en un rey. Era alto y hermoso: ”desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo.” (10:23). Samuel dijo de él: ”No hay semejante a él en todo el pueblo.” (versículo 24). E Israel gritó su aprobación: “¡Viva el rey! “ (mismo versículo).
En sus dos primeros años como rey, Saúl probó ser un líder fuerte y santo. Cuando él escuchó que los amonitas habían invadido Jabes de Galaad: ”el Espíritu de Dios vino sobre él con poder.” (11:6). Saúl rápidamente reclutó una milicia de 330,000 hombres - y el disparejo y mal equipado ejercito venció a los amonitas. Después, Saúl dio toda la gloria a Dios (véase versículo 15). Y pronto el santo rey llevó a Israel a la conquista de cada nación que los habían saqueado - Moab, Amon, Edom, Amalek, aun los poderosos filisteos (véase 14:47-48).
¿Quién no querría tal hombre para ser su rey? Saúl era humilde, valiente, impresionante en apariencia, favorecido por Dios, moviéndose poderosamente en el Espíritu, atento a la dirección de un santo profeta. Saúl era un modelo de un líder piadoso.
Sin embargo, increíblemente, este mismo hombre ungido moriría en total rebelión. Poco después de sus sorprendentes victorias, Saúl perdió su unción y fue despojado de su reino. Él fue abandonado por Dios, ya no siendo capaz de escuchar la voz del Espíritu, y eventualmente poseído por un espíritu malvado. Terminó matando inocentes. Él ordenó la muerte de los sacerdotes escogidos por Dios. Y en la víspera de su muerte, buscó la dirección de una bruja. El rey que una vez había guiado a Israel al triunfo sobre sus enemigos acabó sus días como un loco enfurecido.
¡Qué triste fin para un siervo de Dios, que fue una vez ungido por el Señor! ¿Qué le ocurrió a Saúl? ¿Qué envió a este humilde hombre por un espiral descendente hacia la locura y la destrucción? ¿Hubo algún evento decisivo en la vida de Saúl en el que él comenzó a desintegrarse?
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