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martes, 7 de agosto de 2012

NUESTRA MAYOR PREOCUPACIÓN



Según las Escrituras, nuestra mayor preocupación
es seguir buscando de Dios, para asegurar su
presencia con nosotros.


Dios hace su pacto de gracia con cada creyente. Este pacto está incorporado en promesas tales como, “Dios ha puesto en Cristo la iniquidad de todos nosotros.” “Jesús se convirtió en maldición por nosotros.” El no nos dejará ni desamparará.”

Aun, Dios también asegura ciertas promesas especiales para aquellos que determinan buscarle con todo sus corazones. Una de esas promesas es el pacto de la presencia de Dios. No obstante, este pacto es estrictamente condicional. Las escrituras aclaran que si nos atenemos a la regla de este pacto, gozaremos de increíbles bendiciones de la presencia de Dios en nuestras vidas. Y esto no se refiere tan solo a asuntos de salvación. Habla de ser tal buscador de Dios que su impresionante presencia es derramada sobre nosotros – ¡y es vista y conocida por todos!

Dios reveló este pacto de su presencia a través de un profeta anónimo quien le llevó un mensaje a Elí, el sumo sacerdote de Israel. En ese tiempo, Elí estaba descarriado. El Señor le había hablado, advirtiéndole en contra de permitir pecado y compromiso. Pero Elí ignoró todas las palabras de Dios. Y ahora, este profeta anónimo le dijo a Elí, “…Por tanto, el Señor, Dios de Israel, declara: “Ciertamente yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí para siempre”; pero ahora el Señor declara: “Lejos esté esto de mí, porque yo honraré a los que me honran, y los que me menosprecian serán tenidos en poco.” (1 Samuel 2:30).

La frase “tenidos en poco” tiene que ver con Dios quitando su presencia. Esto no significa que una persona está maldecida, sino más bien que tendrá que caminar por el poder de su propia carne. Dios le estaba diciendo a Elí, “Mi intención fue bendecir tu casa, darte favor. Pero me has menospreciado, haciéndote suave con el pecado y permitiendo que tu lujuria me eche a un lado. ¡Ahora quitare mi presencia de ti!”

Muchas personas vienen a Cristo con un gran desborde inicial de fe. Sin embargo, al pasar el tiempo su celo se gasta, y comienzan a descuidar al Señor. Menosprecian sus mandamientos y vuelven a sus viejos caminos de pecado. Mas ellos aun creen que la presencia de Dios permanece sobre ellos. ¡No – ese es un gran engaño, una mentira, una ilusión! La Biblia aclara: ¡Si tu lo dejas, él te dejará a ti!

Las promesas de Dios nunca fallan. Pero algunas – como el pacto de su presencia – son absolutamente condicionales. Requieren algo más que nuestra cooperación. Por supuesto, Dios nunca nos abandonará ni dejará de amarnos. Pero si continuamos en pecado, su presencia no estará con nosotros – y nuestras vidas no serán instrumentos de su poderosa presencia. ¡Viviremos según la carne – luchando, pataleando, sin poder ni dirección!

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