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jueves, 9 de agosto de 2012

CONTEMPLAR Y COMPRENDER SU GLORIA


 
Sólo cuando la presencia de Dios está sobre
nosotros podemos contemplar, ver
y comprender su gloria.

Cuando Israel estaba en el desierto, Dios manifestó su presencia a través de una nube. Esta nube fue una manifestación física del juramento de Dios de estar con su pueblo. Bajaba y cubría el tabernáculo de noche y de día. Y actuaba como su guía para cada tarea. Cuando la nube se movía, ellos se movían, y cuando se quedaba, ellos se quedaban. El pueblo no necesitaba un comité para averiguar su dirección o futuro. Ellos ponían su confianza en la nube visible de la presencia de Dios.

En la actualidad, esa misma nube de la su presencia ronda sobre tu habitación secreta de oración. Espera todos los días para envolverte en su paz. Te guiará, te dará poder y paz. Y te dará dirección detallada para tu hogar, tu trabajo y relaciones.

Tu habitación secreta puede ser dondequiera – en la ducha, en el bus camino a tu trabajo, en tu trayecto al trabajo. Puedes cerrar todo lo demás y decir, “Señor, tengo media hora ahora mismo. Te amo, Jesús, y te adoro. ¡Esta es mi habitación secreta contigo!”

Es algo maravilloso estar encerrado con Dios, desarrollando una vida de oración consistente. Dios promete que mientras te conviertes en un siervo que le busca y ora, su presencia saldrá como fuente en tu vida – cerrando y abriendo puertas y obrando su orden divino a tu alrededor. Mas sin embargo, algo mayor que esto sucederá: ¡la presencia de Dios te llevará a una revelación de su gloria!

Existe una diferencia entre la presencia de Dios y su gloria. Muchos cristianos conocen su presencia – su gran obra en sus vidas – pero pocos conocen su gloria. Éxodo, nos ofrece un vislumbre a esa diferencia: “Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Señor llenó el tabernáculo.” (Ex. 40:34).

El apóstol Pablo escribe que el cuerpo de todo creyente es el tabernáculo de Dios: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (1 Cor. 3:16). Como los israelitas que vivían bajo la nube de la presencia de Dios, nosotros estamos constantemente bajo la cubierta de la gracia de Dios. Mas sin embargo, ¿cual es la diferencia entre contemplar la presencia de Dios y contemplar su gloria?

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