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lunes, 30 de abril de 2012

HERVIMIENTO QUE CONDENA

 
Cuando fallamos, actuando en una manera despiadada, otro tipo
de hervimiento ocurre, uno que condena




Repentinamente, nos encontramos plagados por un sentido de indignación. Miramos hacia nuestro interior, pensando, "Lo hice otra vez! No he cambiado para nada. Nunca voy a ser como Cristo. Señor, he estado caminando contigo por años, pero todavía reacciono como un bebé, no como un cristiano maduro. ¿Por que no he cambiado?" 

Amado, Ese es exactamente el lugar donde el diablo te quiere! Quiere que sigas hirviendo sobre tus faltas, preocupndote por tu falta de crecimiento, pensando que la carrera es imposible, de manera que te desanimes y te alejes!

El autor de Hebreos escribe, "...corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante..." (Hebreos 12:1). Simplemente debes tener paciencia contigo mismo y con tu crecimiento. Después de todo, la carrera va a continuar cuando Jesús regrese. Si, vas a tropezar, caer y dar vueltas. Pero si fallas, te levantas y continuas!

La palabra de Dios habla de vencer: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo..." (I Juan 5:4). "El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y el será mi hijo". (Apocalipsis 21:7)

Vencer es "conquistar y obtener lo mejor de todas las tentaciones y obstáculos". ¿Cuales son nuestros obstáculos? Son cada nueva reacción en la carne, cada falla al tratar de ser como Cristo, cada subida de temperamento, amargura o agitación. Estos son los impedimentos para conquistar y vencer! 

Yo creo que multitudes de personas que una vez sirvieron al Señor y ahora están viviendo en pecado e incredulidad es porque satanás los convenció de que nunca iban a poder ser como Cristo. Siguieron cometiendo errores, y reaccionaron desanimándose, sintiéndose como perdedores, hirviendo en sus propias fallas. Finalmente, se dieron por vencidos.

Ahora te pregunto a ti: ¿Qué hubiera pasado si David hubiera hervido en sus fallas? Este hombre fue expuesto ante todo el mundo como adúltero y asesino. David escribió: "...mi pecado está siempre delante de mi" (Salmos 51:3). "Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como carga pesada se han agravado sobre mi... Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día. (38:4-6).

Aun con todo David no hirvió en sus fallas. Se arrepintió de todo corazón y hasta pudo decir: "Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi silicio y me ceñiste de alegría". (30:11).

La manera mas rápida de "apagar el estofado" es confiar en el perdón de Cristo. Y Cristo está listo para perdonar todo el tiempo: "Porque tu, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan (86:5). "Quien perdona todas tus iniquidades..." (103:3).
Amén! Incoca al Señor dejando a tras el pecado y ven a su casa de oración!

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