¡Un llamado a la aflicción da como resultado el gozo eterno de Jehová!
A los que gimen por causa del pecado de la Iglesia los llaman pronosticadores de destrucción y portadores de tristeza. Muchos cristianos han dicho: “No me gusta estar cerca de ellos. Suenan tan negativos y hoscos, y se ven tan tristes.” ¡Esto es simplemente porque no los conocen! Ellos no saben que aquellos que comparten la aflicción de Dios por el pecado, también son partícipes de la más grande medida de gozo.
¡Aquellos que verdaderamente sienten la aflicción junto con Dios, se les ha dado un corazón que salta de gozo en Jehová! "Aunque la higuera no dé su fruto; ni haya ninguna provisión en las vides; el producto del olivo falte; los sembrados no produzcan subsistencia; las ovejas sean quitadas de la manada, y no haya vacas en los corrales. Con todo yo brincaré de gozo en Jehová. Yo me gloriaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza.” (Habacuc 3:17-19 Spurrel Original Hebreo).
Este gozo viene a saber que Dios siempre tendrá un ministerio puro, un cuerpo santo y separado – aún en los peores días. Ellos saben que Dios los honrará con su presencia constante aunque todos los demás se aparten de ellos con temor. Ellos están llenos de gozo porque sacan fuerzas creyendo en la majestad y el poder de Dios, cuyos juicios son siempre justos.
Con Habacuc, ellos pueden decir: “¡Aunque todos fallen, mi corazón se regocijará en Dios únicamente!” Aún cuando parezca que todo falla alrededor y haya muy poca evidencia de resultados, la aflicción nos lleva a un gozo permanente a causa de la cercanía al corazón del Señor. Con Pablo, el remanente afligido puede decir: “Como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos…” (2ª Corintios 6:9-10).
Como prueba Bíblica conclusiva que el participar de la aflicción de Dios da como resultado el gozo, te recuerdo las palabras de David que dijo: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas.” (Salmo 126:6).
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