Samuel fue un hombre joven quien fue llamado "al ministerio de aflicción." No era su propia aflicción, ni la aflicción de la humanidad -- ¡sino la profunda e insondable aflicción de Dios! Dios estaba profundamente dolido por la condición apóstata de su propio pueblo, y no había nadie con quien compartir su dolor. Dios estaba por quitar Su gloria de su casa en Silo, y el ministerio que permanecía en ese entonces ante su altar no lo sabía. Que triste estar tan sordo, mudo y ciego justamente a la hora del juicio.
Israel era corrupto; el sacerdocio era adúltero; y el ministerio establecido y organizado estaba totalmente ciego. Elí representa el decadente sistema religioso con todos sus intereses propios, habiéndose puesto suave por la vida fácil únicamente con un pequeño recuerdo de odiar el pecado. Elí había llegado a la gordura y pereza de las cosas profundas de Dios, simplemente siguiendo los ritos.
Sus hijos Ofni y Fineas representan el actual ministerio de tradición. Estos dos jóvenes sacerdotes nunca tuvieron un encuentro con Dios. Ellos no sabían nada de "escuchar del celestial." No sabían nada de tener hambre de Dios, de una pasión ardiente de experimentar la gloria y la presencia del Señor – nada de la aflicción de Dios. Esta clase de ministros no ayunaban, ni oraban. Ellos buscaban las mejores posiciones ministeriales, con los más altos beneficios y las mejores oportunidades de ser promovidos.
Sus corazones nunca habían sido quebrantados por la humanidad perdida; sabían muy poco del sufrimiento. Ellos son un producto de ritualismo frío y muerto. ¡No están llenos de la presencia de Dios! Hablan lo correcto, lo nuevo, y se oyen y actúan profesionalmente. Pero no hay unción, no hay santa unción; ellos no tienen temor y pavor de un Dios Santo.
Así es que, los hijos de Elí, llegaron a ser sensuales, mundanos y egoístas. Los hijos de Elí llegaron a ser tan corruptos, que Dios los llamó "los hijos de Belial" (hijos de Satanás). Se dice de ellos: "Que no conocían a Dios." "Se engordaban de lo principal de todas las ofrendas del pueblo de Israel" (I Samuel 2:29). Por esta razón multitudes de jóvenes evangélicos están creciendo tan fríos y sensuales, convirtiéndose en fanáticos del rock and roll, tomando cerveza, participado en sexo ilícito, aburridos e inquietos.
Algunos de los pastores que ministran jóvenes los están condenando con su propio ejemplo deficiente y su falta de discernimiento del Espíritu Santo. Si los líderes que ministran jóvenes no conocen al Señor, ¿cómo pueden alcanzar a los jóvenes para Dios? Ahora enfrentamos la tragedia de una generación entera que va por mal camino porque tiene muy pocos pastores que les muestren como escapar de las trampas satánicas de esta era. Ha habido demasiada provisión hacia los deseos sensuales de la juventud.
¡Elí había perdido todo su discernimiento espiritual! Ana, una mujer santa, estaba llorando amargamente en la casa de Dios en Silo. Ella estaba suplicándole al Señor que le diera un hijo y estaba en profunda intercesión. Ella es un tipo del remanente santo que intercede y clama a Dios por una palabra fresca de él. "Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria" (I Samuel 1:13).
¿Cómo puede un ministro de Dios ser tan ciego? Ella estaba en el Espíritu, conversando con Dios, bajo una unción divina y pronto llegaría a ser un canal de renovación en Israel – y el hombre de Dios no pudo discernir la verdad. Él perdió totalmente el significado de lo que estaba sucediendo en el altar. ¿Qué es lo que le ha sucedido a este sacerdote del Dios Altísimo, que debería estar permaneciendo en el umbral de un profundo movimiento nuevo de Dios que afectaría el futuro de Israel – y está tan fuera de contacto con Dios que lo confundió con la carne?
¿Cómo va Dios a penetrar a este pueblo apóstata, y corrupto de Israel? ¡Dios está afligido, Él está queriendo sacudir las cosas; Él esta a punto de moverse prontamente en ira y vomitarlo todo de su boca! ¡Pero Elí no lo sabe! Elí ha llegado a ser tan indulgente, tan cómodo, tan empapado en su fría tradición – que no tiene ni la más mínima insinuación de lo que Dios esta diciendo o está a punto de hacer. Sus hijos van a ser echados fuera – literalmente cortados de las cosas de Dios.
Pero están tan contaminados con la lujuria, tan acostumbrados a los mejores cortes de la carne, tan endurecidos por el pecado – que se han convertido en agentes de Satanás, ciegos al juicio inminente. ¡Dios tiene que salir fuera de la estructura religiosa establecida para encontrar a alguien lo suficientemente abierto o quebrantado para compartir su aflicción!
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martes, 17 de noviembre de 2009
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