Aunque los burladores vendrán,
la Escritura dice que el Espíritu Santo
también vendrá en los últimos días,
siendo derramado sobre la tierra.
la Escritura dice que el Espíritu Santo
también vendrá en los últimos días,
siendo derramado sobre la tierra.
Esto ya sucedió en Pentecostés. Ahora, al cierre de la era, el Espíritu Santo está haciendo un clamor final, de media noche: “Jesús viene”. Los Islámicos e Hindúes oirán este clamor. Los ateos lo oirán. Todos los pecadores y santos, judíos y gentiles, lo oirán. Esta verdad será proclamada a las naciones.
Usted puede preguntar: “¿Sobre qué clase de venida del Señor está hablando? ¿Está refiriéndose a un rapto secreto? ¿Se está refiriendo al regreso pre-tribulación, en la mitad de la tribulación, o post-tribulación? ¿O quiere dar a entender que Jesús vendrá al final de los tiempos?”
Algunos cristianos creen que Jesús evacuará súbitamente de la tierra a su pueblo, en lo que es llamado un rapto. Otros enseñan que Cristo vendrá a la mitad del período conocido como la Gran Tribulación. Este período se extiende por siete años y será marcado por terror y caos como nunca ha sido visto en el mundo. Otros creen que Jesús vendrá al final de este período de siete años de tribulación. Todavía otros enseñan que Cristo regresará al final de todas las cosas.
Hay eruditos bíblicos respetados en cada uno de estos campos. Sin embargo, hay una cosa en que todos los cristianos pueden estar de acuerdo: Jesús mismo dijo que ningún hombre conoce el día ni la hora de su venida, ni aún los ángeles. Y para el verdadero amante de Cristo, el tiempo de su regreso no es un punto en cuestión. Tales siervos están listos para irse en cualquier momento, ya sea a través de un rapto súbito o en la mitad de la tribulación. A ellos no les importa si tienen que soportar terribles tribulaciones y sufrimientos. Ellos confían que el mismo Jesús, quien les lleva cada día, les ayudará a través de todas las cosas. Ellos viven en constante expectación por su regreso.
No, existe un asunto mayor obrando que aquí. Y ese es el malvado pensamiento que Satanás ha implantado en muchos quienes se creen verdaderos creyentes. El demonio ha susurrado una sucia mentira en los oídos de multitudes del pueblo de Dios: “Cristo ha demorado su venida.”
En Mateo 24, Jesús dijo una parábola acerca de estar listos: “Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual cuando su señor venga, lo halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá.
Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir, y comienza a golpear a sus consiervos, y aún a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día en que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.”(Mateo 24:44-51).
Note que aquí Jesús está hablando de servidores, lo que significa creyentes. Un servidor es calificado de fiel y el otro de malo. ¿Qué hace el último servidor para ser malo ante los ojos de Dios? De acuerdo con Jesús, se trata de algo “que el dijo en su corazón” (24:48). Este servidor no dio a conocer su pensamiento ni predicó sobre ello. Pero, él pensó. Había vendido su corazón a una mentira demoníaca, “El Señor demora su venida.” Note que el no dice, “El Señor no viene,” sino que “él demora su venida.” En otras palabras: “Jesús no vendrá súbita o inesperadamente. No regresará en mi generación.”
Este “siervo malo” es claramente un tipo de creyente, quizás alguien en ministerio. Le fue ordenado “velar” y “estar preparado” “porque a la hora que no piensas el Hijo del hombre vendrá” (Mateo 24:44). Más aún, este hombre tranquilizó su conciencia al aceptar la mentira de Satanás.
Jesús nos muestra el fruto de esta clase de pensamiento. Si un servidor es convencido que el Señor ha demorado su venida, entonces el no ve la necesidad de vivir rectamente. No se ve obligado a vivir en paz con sus consiervos. No ve la necesidad de preservar la unidad en su hogar, en el trabajo ni en la iglesia. Podría herir a sus consiervos, acusarlos, sostener resentimientos, destruir sus reputaciones. Como dice Pedro, este servidor es conducido por sus pasiones. Desea vivir en dos mundos, consintiendo en una mala vida mientras cree que está exento de justo juicio.
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