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sábado, 26 de septiembre de 2009

MARCAS DE UN DISCIPULO PARTE 1


He estado pensando en las marcas de un discípulo recientemente. Un discípulo es uno que aprende de un maestro. ¿Quién es el maestro? Si soy yo el maestro, “mis discípulos” van a ser como yo…este…mejor no (con defectos y debilidades). Sería mejor que aprendieran de un maestro perfecto, ¿no? Sólo hay Uno de esa categoría: Jesús de Nazaret, el Intachable Modelo de todo lo que enseñó. La gente le llamaba “Maestro” pero pocos eran Sus discípulos. Menos siguieron fielmente hasta el fin. Pero muchos querían oírle, ver Sus obras, y sentir el entusiasmo del Reino de Dios. Hasta el día de hoy es igual.

Cristo Jesús dijo a Sus apóstoles esa última noche en la celebración de la vieja Pascua y la inauguración de la Cena del Señor, “Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y Maestro os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho vosotros también hagáis” (Juan 13:13-15). En otro contexto dijo: “Un discípulo no es mayor que su maestro, mas todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro” (Lucas 6:40). La meta es ser como Cristo. Las marcas, pues, de un discípulo de Jesucristo son aquellas semejanzas que hay entre él y su Maestro Divino, no lo que sabe de memoria o lo que dice que cree. Lo que vive es la evidencia de lo que realmente sabe y cree. Por esto Jesús dijo: “Sed, pues, perfectos/misericordiosos, así como vuestro Padre celestial es perfecto/ misericordioso”, porque El era igual a Su Padre, el Reflejo Fiel de Su Persona (Mateo 5:48; Lucas 6:36). Sólo El pudo decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.”
Cuando los cristianos son y actúan como el mundo (o sus maestros humanos) no reflejan a Cristo a los que los rodean. El apóstol Pablo, hablando de cómo viven los inconversos, dijo: “Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús” (Ef. 4:20,21). ¿Cómo hemos oído y aprendido a Cristo Jesús? Nuestras reacciones y acciones a los demás son un fiel reflejo de nuestro discipulado en Cristo. No nos engañemos, lo que hacemos muestra lo que somos por dentro, porque del tesoro del corazón procede o el buen fruto o un mal fruto. El buen fruto es lo que hemos aprendido de El; el malo es lo que somos sin El (Mateo 15:19; Juan 5:5).
Jesús dijo: “…tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas…mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mateo 11:29,30). Mis acciones que salen de reacciones carnales van a ser agresivas, fuertes, dañinas y auto-justificadas…porque él o ella me dijo, me hizo, me vio “así o asá”. Mi discipulado en Cristo reacciona con mansedumbre y humildad, porque Jesús es así y El me está enseñando a ser como El es. Así es como nos despojamos del viejo hombre y nos renovamos en el espíritu de nuestra mente (o manera de ver las cosas) para vestirnos del nuevo hombre creado en la semejanza de Dios en la justicia y la santidad de la verdad (Ef. 4:22-24). Para hacer esto en un instante, después de ser atacado, acusado, rechazado, juzgado, etc., es muy difícil si no estamos caminando en comunión con Cristo, permaneciendo en El y El en nosotros en ese momento. Para aprender del Buen Maestro, tenemos que estar escuchando mucho de El a través del día.
Como consejero pido al Señor todos los días: “Dame 1 minuto, Señor, para pensar como tú piensas, antes de actuar”. Me ha servido mucho. La oración termina “…Y guárdame del mal”, como la oración del Maestro para Sus discípulos: “no nos metas en tentación (I Crón. 4:10 y Lucas 11:4). Antes de actuar, si tomas tiempo, puedes preguntarte: “¿Realmente quiero hacer esto? ¿Qué haría Jesús?” Luego puedes preguntar a tu Señor y Maestro: “¿Qué quieres que yo haga?” Eso es lo que puede suceder en 1 minuto si andas en una relación de discípulo, en comunicación con Cristo, o como diríamos hoy, “en línea”.
¡Cuánto necesitamos ese tipo de discipulado hoy en día! Y el mundo necesita verlo. Solamente Sus discípulos verdaderos llevan las marcas inconfundibles de la semejanza a El que realmente atrae a otros a El.

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