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sábado, 4 de julio de 2009

Honra a tu Padre y a tu Madre


Vamos ahora a Efesios 6:1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”

Es una bendición tener padre y tener madre. Entre los cristianos, hay muchos jóvenes que no tienen alguno de ellos, o a ninguno. Sin embargo, hay consuelo al saber que “el Señor es padre de huérfanos y defensor de viudas en su santa morada”, y “Dios hace habitar en familia a los desamparados” (Salmo 68:5-6).

Si alguien ha llegado a ser cristiano faltándole uno de sus padres o ambos, sepa que en la iglesia va a encontrar socorro, y va a encontrar muchos padres, y muchas madres, y va a encontrar a muchos hermanos.

El Señor nos manda a que honremos a nuestro padre y nuestra madre. No dice “padres” en plural, sino que los individualiza. Es necesario honrar al papá, es necesario honrar también a la mamá. La promesa es clara: “Para que te vaya bien”. El contraste es que si tú y yo no honramos padre y madre, podemos llegar a fracasar. El Señor no nos va a bendecir. El hijo que maldice, que deshonra a su padre o a su madre, se expone a que el Señor salga en su defensa. Porque Dios es Padre. Dios es el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

El primer conocimiento de Dios que algunos de nosotros (al menos los que provenimos de familias católicas) tuvimos es este: “Padre nuestro que estás en los cielos …” Dios es Padre. Y el Hijo (el Señor Jesucristo) honra al Padre. Él siempre honró a su Padre. Cuántas veces se refiere a su Padre.

Si tú lees en el evangelio de Juan, el Señor Jesús todo se lo atribuye al Padre. “Mis palabras me las dio mi Padre. Lo que hago, no lo hago yo, sino que lo hace mi Padre a través de mí”. “El Padre que me envió …” “Salí de mi Padre … vuelvo al Padre”. “Padre, la hora ha llegado, glorifica a tu hijo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. ¡Qué preciosa relación hay entre el Padre y el Hijo!

Entonces, Dios no tolera que alguien no honre a su Padre, porque Él mismo es Padre. Cuando nosotros no honramos a nuestro Padre visible tampoco estamos honrando al Padre que no vemos. Si puedo honrar a mi padre (que veo), me estoy sujetando a este Padre que no veo.

El triste caso de un hijo necio

Veremos ahora un contraste. El de un hombre que no honró a su padre. Esto ocurre inmediatamente después del diluvio.

Génesis 9:2o-23. “Después comenzó Noé a labrar la tierra y plantó de la viña, y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros , y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo: “Maldito sea Canaán. Siervo de siervos será a sus hermanos.” Dijo más: “Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet y habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán su siervo.”

Fíjate que este breve pasaje muestra la actitud distinta que tuvieron Sem y Jafet, respecto de Cam. Al tomar conocimiento que su padre estaba embriagado y desnudo, ellos tuvieron respeto por su padre, y no quisieron verlo. Se pusieron la ropa encima y, caminando hacia atrás, lo cubrieron para no mirar la desnudez de su padre.

Cam, en cambio, tuvo la mala idea, no sólo de ver la desnudez de su padre, sino de publicarla. ¿Cómo lo decimos con palabras más simples? Cuando nosotros sabemos algo negativo de nuestros padres, ¿qué hacemos? Nosotros no hacemos bien, más aun, ofendemos al Señor, si salimos publicando –como exhibiendo– las debilidades de nuestros padres. La desnudez tiene que ver con la vergüenza. Si hay algo que nuestro padre o nuestra madre ha hecho, que es vergonzoso, nosotros tenemos que cubrir eso. No deshonrarlos.

Cam se ganó una maldición con esto. Mientras sus hermanos fueron bendecidos, Cam fue maldito. Los tres troncos raciales que hay en el mundo proceden de los hijos de Noé. Los descendientes de Cam vinieron a ser los africanos, y ellos han sido históricamente los más maltratados, los esclavos. La lección está clara.

Esto no significa, en todo caso, que tú no puedas hacer confesión de tus dificultades con sus padres ante alguno de tus pastores, si es que estás tristes por algo. Lo importante de esto es que la información llegue adonde debe llegar, que llegue a buenas manos.

La alegría de los padres

Vamos a leer ahora algunos Proverbios. Son muy útiles.

Proverbios 17:6: “Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres.” Es una honra que tengamos papá y mamá. Dios nos honra con esto.

Proverbios 23:22-25: “Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Compra la verdad y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia. Mucho se alegrará el padre del justo, y el que engendra sabio se gozará con él. Alégrese tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz.”

“Oye a tu padre”. ¡Cuántos han fracasado por no oír a su padre! “Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies”. ¡Qué tremendo es todo esto! Desoír al padre, y menospreciar a la madre, o avergonzarse de ambos, es algo que trae maldición, que trae una deshonra muy grande. Pero alégrese tu padre, y alégrese tu madre.

¿En qué se va a alegrar tu padre y tu madre –si son creyentes– sino en que sus hijos sean creyentes? Si tus padres aman al Señor, de lo que más se van a alegrar ellos es de que tú también ames al Señor. Y si tú sigues los caminos del Señor y permaneces en el Señor y das frutos de Cristo, esto va a producir una gran alegría en sus padres. Aun cuando ellos no conozcan al Señor. Podría ocurrirle a alguno que sea rechazado por causa del Señor, pero el padre y la madre sabrán comprenderlos mejor que nadie. Dirán: “Mi hijo siguió el buen camino.”

Viviendo en medio de una generación perdida

2ª Timoteo 3:1 dice: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres …”

Los postreros días son nuestros días. Este es el carácter de nuestro tiempo. Así son los hombres hoy día. Así es nuestra generación: Hombres soberbios, vanidosos, desobedientes a los padres … Pero nosotros, con el Señor dentro, con Cristo en el corazón, conociendo la poderosa vida del Señor, nosotros estamos en el mundo hoy para salar al mundo. Si otros son desobedientes a los padres, nosotros no lo seremos. Nosotros somos creyentes. Si otros menosprecian a su madre y no oyen el consejo de sus padres, nosotros viviremos sujetos a nuestros padres y los honraremos.

Honraremos padre y madre, porque es el primer mandamiento con promesa. Porque Dios lo dice y porque queremos que nos vaya bien. Queremos contar con la bendición del Señor.

Nosotros estamos viviendo en medio de una generación perdida. No hace mucho se celebraron los 30 años del festival de Woostock. El festival de Woostock fue una verdadera orgía de sexo, de alcohol y drogas. Cuántas madres solteras salieron de allí, cuántas enfermedades venéreas se transmitieron en esa ocasión, cuánta desgracia hubo. Qué decir de la música en boga, de las barras bravas en los estadios de fútbol, de los punk, los neonazis, los de la ‘new age’. Esta es la generación de nuestros días. ¿Qué tendrán en el corazón? Pobres jóvenes, están llenos de muerte, de amargura, arrastrando cadenas en el alma. Y eso lo expresan de la manera como se comportan.

Pero bienaventurado eres tú, hermano, que tienes a Cristo en el corazón. ¡Nosotros somos felices! ¡Nosotros no somos una generación perdida! ¡Nosotros tenemos al Señor en el corazón! ¡Somos una generación que tiene esperanza! ¡Nuestras vidas tienen propósito! Nosotros no vamos a morir infectados. Nosotros vamos a vivir en santidad, vamos a esperar la venida del Señor. Nosotros nos levantaremos con Cristo, y reinaremos con Él.

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