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miércoles, 2 de julio de 2014

EL ENJAMBRE DE LANGOSTAS PARTE 1



En Apocalipsis 8, leemos de siete ángeles tocando las trompetas. Estos poderosos toques de trompeta advierten a toda la humanidad acerca de calamidades imponentes que vienen sobre la tierra.

Los primeros cuatro toques advierten de una increíble contaminación que envenena los árboles, hierba, ríos y mares, así como el aire. Las aguas se tornan amargas, y los cielos oscurecen una tercera parte de la tierra.

Entonces, en el capítulo 9, viene una quinta advertencia. Describe una invasión mundial de langostas:
“Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.” (Apocalipsis 9:3)
¿Quién está detrás de este espantoso enjambre de langostas? Es el mismo Satanás: "El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo” (9:1)

Satanás es la estrella que cae del cielo. Y se le permite abrir las puertas del infierno y soltar un ejército de langostas demoníacas.

Tan pronto el diablo abre la puerta de este abismo, salen grandes oleadas de humo. El humo es tan espeso y penetrante, que esconde el sol, haciendo el cielo negro y opresivo.

Por supuesto que estas langostas no son insectos reales. Ellos son hombres poseídos por demonios, controlados por Satanás: "Sus caras eran como caras de hombres" (9:7). Se nos dice que tienen el pelo largo: "Tenían el pelo como el pelo de mujeres" (9:8). Y llevan tocados, o turbantes: "Sobre sus cabezas había como coronas" (9:7).

Estas langostas demoníacas golpean de repente, como escorpiones. Y traen horrible tormento a sus víctimas: "Su tormento era como el tormento de un escorpión, cuando hiere al hombre" (9:5)

La palabra griega para escorpión aquí significa "envenenador, uno que envenena." Las langostas también son descritas como hombres de guerra: "Tenían corazas, como corazas de hierro; y el sonido de sus alas era como el sonido de carros de muchos caballos que corren para la batalla" (9:9)

La imagen aquí es de un ejército de atormentadores demoníacos, cabriolando como caballos ansiosos para pelear. Sus “alas” implican que pueden picar desde el aire. Y hay poder mortal en su picadura:
"Tenían colas como de escorpiones, y aguijones en sus colas: y tenían poder para herir a los hombres durante cinco meses" (9:10). Para abreviar, cada uno de estos hombres poseídos por demonios tienen la habilidad de picar, o envenenar, desde la tierra o el aire.