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viernes, 28 de marzo de 2014

FUNDAMENTO DE NUESTRA FE



¿Sobre qué fundamento esta basada su fe? La Escritura nos dice que la fe viene por el oír, y que la palabra de Dios nos da ''oídos espirituales,'' permitiéndonos oír (Ver Romanos 10:17). Bien, aquí esta lo que la Biblia dice acerca de nuestras experiencias de desierto en nuestras vidas:
  • ''No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo…Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia…no escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado''(Salmo 69:15-17). Claramente aguas de aflicción inundan la vida de los santos.


  • ''Porque tu nos has probado oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata. Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga…pasamos por el fuego y por el agua.” (66:10-12). ¿Quién nos metió en la red de aflicción? Dios mismo lo hace.


  • ''Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra…Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.'' (119:67,71). Este versículo lo pone perfectamente claro: Es bueno para nosotros, hasta nos bendice al ser afligidos.
Considera el testimonio del salmista:''Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis suplicas…Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias de Seol; angustia y dolor había yo hallado. Entonces invoque el nombre de Jehová diciendo: Oh Jehová libra ahora mi alma.'' (Salmo 116:1-4). Este fue un siervo fiel que amó a Dios y tuvo una gran fe. Sin embargo, enfrentó dolores y penas, problemas y muerte.

Encontramos este tema a través de la Biblia. La Palabra de Dios declara fuertemente que el camino a la fe es a través de inundaciones e incendios: ''En el mar fue tu camino, y tus sendas en las muchas aguas.'' (Salmo 77:19). ''He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a la luz…abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.” (Isaías 43:19). "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegaran. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” (Isaías 43:2). "Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas yo te ayudo.'' (Isaías 41:13).

Este ultimo verso contiene una clave muy importante: En cada desierto que enfrentamos, nuestro Padre esta sosteniendo nuestra mano. Sin embargo, solo aquellos que van a través del desierto consiguen su mano confortadora. Él la extiende aquellos que están en medio de ríos furiosos de problemas.


jueves, 27 de marzo de 2014

GRACIA CONFORME A LA MEDIDA



Frecuentemente, Dios usa ángeles para ministrar a su pueblo. Pero mayormente él usa su propia gente para dispensar su gracia. Esta es una razón por la cual somos hechos partícipes de su gracia: para ser canales de esta. Es para dispensarla a otros. A esto llamo: “Gente en gracia.”

“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.” (Ef. 4:7). De acuerdo a la consolación que recibimos a través de la gracia de Dios, es imposible continuar en aflicción durante toda nuestra vida. En algún momento, mientras somos sanados por el Señor, comenzamos a acumular una reserva de la gracia de Dios.

Creo que esto es lo que Pablo quiso decir cuando escribió: “Del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dada… anunciar entre los Gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo” (Ef. 3:7-8). “Todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia” (Fil. 1:7). El apóstol está haciendo una profunda declaración. Él está diciendo, “Cuando yo voy al trono de Dios a obtener gracia, es por el bien de vosotros. Quiero ser un pastor misericordioso con ustedes, no uno que os juzga. Quiero estar preparado para dispensar gracia en el tiempo de vuestra necesidad.” La gracia de Dios hizo de Pablo un pastor compasivo, capaz de llorar con aquellos en aflicción.

Pedro escribe, “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo uno a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” (1 Pe. 4:10). ¿Qué significa ser un dispensador o administrador de la multiforme gracia de Dios? ¿Soy esa clase de persona? ¿O paso mi tiempo orando por mi propio dolor, angustia y luchas?

Cuando estábamos en el hospital con mi abuelo vimos “la gente en gracia” del Señor en acción. mi familia sobreabundaba con el amor de la congregación a la que se habían unido. El apoyo a nuestra familia de estos santos, fue increíble. La gracia fluía de todas partes: la gente traía palabra a la familia. Un grupo dijo “Nosotros no queremos molestar. Solo vinimos a orar.” Así que se pararon afuera de la habitación a interceder por el.

También vi la misma gracia fluyendo de la gente en la Iglesia Tiempo de Cosecha cuando regresamos a casa. 

Amados, nuestros sufrimientos presentes están produciendo algo precioso en nuestras vidas. Están formando en nosotros un clamor por el don de misericordia y gracia, para ministrar a otros que están en aflicción y dolor. Nuestros sufrimientos nos hacen desear ministrar gracia a otros.

Creo que por esto me atribule mientras leí el libro de Job recientemente. Me puse furioso al ver el terrible trato que los llamados amigos de Job le dieron en medio de su dolor. Página tras página escribí en mi Biblia ¡Qué cruel! ¡Que horrible! Estos hombres le dijeron a Job: “Si fueres limpio y recto, de cierto ahora se despertaría sobre ti, y haría prosperar la morada de tu justicia.” (8:6). “Tu has olvidado a Dios, Job. Eres un hipócrita”(ver 8:13). “Estás lleno de palabras vacías y de mentiras” (ver 11:2-3). “Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece” (ver 11:6).

Hace pocos meses envié un mensaje titulado: “No tienes porque entender tus aflicciones-Tienes la gracia de Dios.” Poco después recibí varias cartas hirientes de lectores. En esencia decían, “Quíteme de su lista de correo. Probablemente usted no entiende por que sufre tanto, pero yo sí. Usted no tiene fe. No quiero tener nada que ver con su clase evangelio. Usted debería tener poder sobre sus aflicciones.”

Obviamente, estas respuestas no fueron dadas en el Espíritu de Cristo. Simplemente no estaban marcadas por la gracia y compasión que caracteriza a nuestro Señor. Alguna gente saca cierta clase de cruel satisfacción del sufrimiento de otros. 

Esta clase de duras palabras me hacen clamar con Pablo: “Señor, hazme un ministrador de gracia. Permíteme experimentar tu misericordia, para poder dispensarla a otros.” No guardo ningún resentimiento, contra ninguna de estas engañadas y pobres almas. Sé que, tristemente, el tiempo vendrá en que ellos también enfrentarán su propia hora de calamidad y dolor. Y no tendrán los recursos internos a los cuales acudir para salir adelante.

Por otra parte, Job se convirtió en un dispensador de gracia. Porque este hombre se aferró a su confianza en Dios durante su tiempo de prueba, después dispuso de gracia para tratar con su afligida y amargada esposa. Esto es todavía más impresionante, cuando consideramos el mortal estado en que ella se encontraba. De haber estado a su lado cuando ella recibió las terribles noticias sobre la muerte de todos sus hijos, podríamos pensar que esta mujer jamás superaría esto. Que jamás sonreiría o tendría una vida normal.

Pero no mucho tiempo después de esto, la alegría y la risa llenaron su hogar nuevamente. Ella vio a su esposo sanarse de su enfermedad. Y dio a luz a otros diez hijos; siete hijos y tres hijas, justo como antes. Todo fue restaurado y más aún. Job y su esposa llamaron a su primera hija Jemima, que significa” amorosa, cálida, pequeña paloma.” Hablar de la imagen de la gracia de Dios: la misma mujer que le dijo a su esposo que maldijera a Dios, era ahora bendecida con una pequeña amorosa paloma que trajo paz a su hogar.

La esposa de Job no sólo volvió a la vida, sino que también rió y se regocijó nuevamente. Obviamente, que nunca olvidaría el pasado. Pero ahora todo un nuevo mundo de bendición y alegría se abrió ante ella. Y el justo Job vivió otros 140 años. La Escritura dice que este hombre vivió para ver sus hijos, los hijos de sus hijos y hasta la cuarta generación.

La palabra de Dios nos asegura, “Por la tarde durará el lloro, pero a la mañana vendrá la alegría.” (Sal. 30:5). ¡Y todo esto sucede por gracia!

miércoles, 26 de marzo de 2014

UNA GRAN REVELACIÓN



La Biblia nos dice que Jacob recibió una increíble revelación en un encuentro cara a cara con Dios: “Jacob llamó aquél lugar Peniel: Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma” (Génesis 32:30). ¿Cuáles fueron las circunstancias que rodearon esta revelación? Fue el punto más bajo y aterrador en la vida de Jacob. En ese momento, Jacob se encontraba atrapado entre dos poderosas fuerzas: su furioso suegro, Labán y su hostil y amargado hermano Esaú.

Jacob había trabajado más de veinte años para Labán quien una y otra vez le hizo trampa. Finalmente Jacob decidió que ya había sido suficiente tanto abuso. Entonces sin decir nada a Labán, tomó su familia y huyó.

Labán lo persiguió con un pequeño ejército de sus servidores, listos para matar a Jacob. Tan sólo al ser advertido por Dios en un sueño, de no hacerle daño a Jacob fue que este hombre dejó ir a su yerno. Apenas había acabado de ser librado de Labán, cuando Esaú se aproximaba por el oriente. El también venía acompañado de un pequeño ejército de 400 hombres, dispuesto a matar a su hermano por robarle sus derechos de primogenitura.

Jacob enfrentaba total calamidad, convencido de que estaba a punto de perderlo todo. La situación era de desesperanza total. Sin embargo, en esa hora oscura, Jacob tuvo un encuentro con Dios como nunca antes. Allí luchó con un ángel que algunos estudiosos piensan que era el Señor mismo. Y después el mismo dijo: “Porque vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma” (32:30).

Ahora, regresemos a Job. También este hombre estaba en su punto más bajo. Había soportado la más agobiante aflicción, agonizante dolor físico, total rechazo de sus amigos. Sin embargo, en la hora más oscura de Job, es cuando Dios se le aparece en un torbellino. Y el Señor le dio a este hombre una de las más grandes revelaciones de sí mismo nunca vista antes por ningún ser humano.

Dios llevó a Job al cosmos, de allí a la profundidad de los océanos. Él lo guío a través de los más profundos secretos de la creación. Y Job vio cosas que ninguna otra persona había visto nunca. Se le mostró la gloria y majestad de Dios. Job emerge de esa experiencia alabando a Dios, diciendo, “Ahora sé que puedes hacer cualquier cosa, Señor.” Me arrepiento de cuestionar tus juicios. “Veo que todo estaba bajo tu control y dirigido por tu gracia. Siempre tuviste un plan”. “De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven.” (ver Job 42:2-5)

Algo maravilloso pasa cuando sencillamente confiamos. Una paz viene sobre nosotros, habilitándonos a decir, “No importa que resulte de todo esto. Mi Dios tiene todo bajo control. No tengo nada de temer.”

Podríamos objetar, “Yo preferiría que Dios arregle todo, y me libre de mi dolor y angustia. Yo felizmente aceptaría menos revelación”. No, la revelación que viene a usted es con un propósito más allá que su propia comodidad. Ésta nos habilita para ser un dador de la gracia, para dispensar la gracia sanadora de Dios a otros.

martes, 25 de marzo de 2014

GRACIA A TRAVÉS DE REVELACIONES



En momentos de tribulación, Dios nos otorga su gracia a través de revelaciones, que nunca podríamos entender en buenos tiempos.

A través de las Escrituras, las más grandes revelaciones de la bondad de Dios llegaron a personas en tiempos de dificultad, calamidad, desolación y sufrimiento. Encontramos un ejemplo de esto en la vida de Juan. Por tres años, este discípulo estuvo “en el seno de Jesús.” Fue un tiempo de total descanso, paz y gozo, sin dificultades ni tribulaciones. Sin embargo, en todo ese tiempo, Juan recibió muy poca revelación. Él conoció a Jesús sólo como el Hijo del hombre. Entonces, ¿cuándo fue que Juan recibió la revelación de Cristo en toda su gloria?

Esto pasó únicamente después que Juan fue arrastrado en cadenas de Efeso. Él fue exiliado a la isla de Patmos, donde fue condenado a trabajos forzados. Juan fue aislado, sin compañeros, sin familia o amigos que lo consolaran. Fue un tiempo de total desesperación, el punto más bajo de su vida.

Sin embargo, fue allí, cuando Juan recibió la revelación de su Señor que vendría a ser el elemento final de las Escrituras: el Libro de Apocalipsis. En medio de esa oscura hora, la luz del Espíritu Santo llegó a él. Y Juan vio a Jesús como nunca antes le había visto. Literalmente vio a Cristo como el Hijo de Dios.

Juan nunca recibió esta revelación mientras estuvo junto a los otros apóstoles, o durante el tiempo de Jesús en la tierra. Sin embargo, ahora en su hora más oscura, Juan vio a Cristo en toda su gloria, declarando: ”Yo soy el que vivo y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del infierno.” (Ap. 1:18). Esta increíble revelación hizo que Juan se postrara sobre su rostro. Pero Jesús lo levantó y le mostró las llaves que tenía en su mano. Y le dijo “No temas” (1:17).

Yo creo que esta revelación viene a cualquier siervo herido, hombre o mujer, que se mantiene en oración en su tiempo de necesidad. El Espíritu Santo dice, “Jesús tiene las llaves de la vida y la muerte.” Entonces la partida de todo ser humano está en sus manos. Por lo tanto, Satanás nunca puede tomarte o a ningún miembro de tu familia. Sólo Cristo determina nuestro destino eterno. Entonces, si él voltea una llave, hay una razón para esto. Y esa razón sólo la conoce él, el Padre y el Espíritu Santo.

Esta revelación es para traer paz a nuestros corazones. Al igual que Juan, debemos vislumbrar a Jesús frente a nosotros, sosteniendo las llaves de la vida y la muerte, asegurándonos,” No temas, soy yo quien sostiene todas las llaves.” ¿Cuál debe ser nuestra respuesta? Como Job, debemos decir en fe, “Jehová dio y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.”(Job 1:21).

Un atribulado pastor escribió lo siguiente: ”Hace 15 años mi esposa sufrió cáncer del seno. Ahora le ha sido diagnosticado cáncer en el páncreas. Es posible que sea internada en un hospicio. Durante cuarenta años, hemos estado trabajando en la obra de Dios. Ahora me pregunto, ¿ha sido toda esa labor en vano? ¿No cuenta para algo? ¿No nos dará Dios reposo?


Le digo a este querido hermano: “Creo que ahora, en tu hora más oscura, Jesús quiere revelarte su deidad. Si, estás profundamente lastimado, pero si confía en él en medio de su dolor; entrará en una revelación que abrirá sus ojos a cosas nunca vistas o entendidas. Y será usado por el Señor para ayudar a muchos otros.

domingo, 23 de marzo de 2014

CONFIANDO EN MEDIO DEL DOLOR



Aunque la aflicción de Job era también “muy grande” (Job 2:13), él confió en Dios en medio de su tristeza y dolor. Al igual que su dolida esposa, también él deseó morir. Su desolación era tan inmensa que deseó no haber nacido. Sin embargo, a través de todo esto, Job afirmó, “He aquí aunque él me matare, en él esperaré”(Job 13:15). Job en efecto estaba diciendo, “No importa si esta sarna me lleva a la tumba. Me iré confiando en el Señor. Nunca renunciaré a mi confianza de que él sabe lo que está haciendo. Aunque yo no entiendo nada acerca de esta tragedia, sé que Dios tiene un propósito eterno. Inclusive si él decide que yo muera, yo confiaré en él hasta mi último aliento.”

Como David, en oportunidades he expresado mi aflicción al punto de las lágrimas. David escribió: “¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo y descansaría… Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad.” (Sal. 55:6,8). Aunque debo admitir que nunca he experimentado una aflicción como la de Job. Nunca he llegado al punto de desear estar muerto.

Cuando estas en un hospital ves  ejemplos de las dos clases de reacciones. Los casos eran tan trágicos: Un bebé críticamente herido había sido llevado al hospital. Una frágil pequeña, pálida y débil, caminaba empujando el soporte de donde colgaba una bolsa de suero. Otra pequeña niña desvariaba, diciendo palabras sin sentido.

Usualmente podríamos identificar cuales padres de estos pequeños eran cristianos. Mientras pasábamos por algunas habitaciones podíamos sentir una gran paz. En esos casos podíamos percibir el poder de Dios en acción, mientras los padres descansaban en la Palabra de Dios.

Pero en otras habitaciones, había un caos y desorden total. Podíamos sentir la angustiosa desesperanza de algunos padres. Ellos culpaban a Dios, preguntando, “¿Por qué un buen Dios permitiría esto? Los vimos paseándose por los corredores, preguntándose llenos de ira, ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?

Cuando venga su calamidad, tiene que tomar una decisión. Puede enojarse con Dios, preguntando continuamente, “¿Por qué?” O, puede decir: “Señor, no importa lo que pase, sé que tienes la gracia y el poder para sostenerme.” Como seguidores de Jesús, simplemente tenemos que correr hacía nuestro sumo sacerdote, y obtener misericordia y consuelo del Espíritu Santo. Y debemos confiar en la gracia omnisciente de Dios. Algunas veces lloraremos, sufriremos y hasta desearemos morir. Seguramente no podremos conciliar el sueño, nuestras mentes invadidas de preguntas. Sin embargo, Dios permite que pasemos por todas estas cosas. Son parte de su proceso de sanidad.

Pero, ¿cómo, exactamente encontramos su gracia que nos sostendrá en nuestros momentos de necesidad? ¿Cómo se nos dispensará esta gracia? Cuando estamos en medio de una crisis, no podemos depender de una nebulosa definición teológica. Lo que necesitamos es la ayuda real de Dios. ¿Cómo obtendremos esta gracia en nuestros corazones, alma y cuerpo cuando estamos tan heridos?

Yo creo que somos tocados por la gracia de Dios al menos de dos maravillosas maneras, mañana continuaremos.

sábado, 22 de marzo de 2014

CUANDO LA TEMPESTAD GOLPEA


Trate de imaginarse la trágica pérdida de Job y su esposa. En sólo pocas horas, todo lo que les era precioso fue arrancado de sus vidas: cada uno de sus queridos hijos e hijas, y sus fieles servidores. Pero aún en estos momentos de angustia y dolor, Job opta por reaccionar de acuerdo a la buena alternativa. Su dolida esposa escogió la forma equivocada.

La esposa de Job seguramente quedó amargada al escuchar al mensajero decir: “Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó… y consumió.” (Job 1:16). Al recibir las terribles noticias esta mujer se negó a ser consolada. Y erróneamente culpó a Dios, animando a su esposo: “Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). En esencia ella estaba diciendo, “¿Por qué el Señor derramará una tragedia como esta sobre esta familia piadosa?

Personalmente, no puedo culpar a la esposa de Job por su reacción. Si hubiera perdido a todos mis hijos y mis seres queridos en una sola tarde, yo podría encontrar mi corazón en la misma condición que ella. Creo que cuando llegaron esos horribles reportes, la esposa de Job simplemente murió interiormente. Ella siguió físicamente viva, pero en su corazón ya se había ido.
Aún así, había otra espantosa tragedia por venir. Muy pronto su esposo fue afligido por una sarna maligna, desde la cabeza hasta los pies. Job terminó sentado en medio de ceniza y rascándose con un tiesto para aliviar su dolor. El aspecto de este hombre enfermo era tan grotesco, que la gente volteaba su rostro en horror. Ni siquiera los amigos de Job lo reconocieron al verlo. Una vez lo reconocieron, no podían mirarlo. Se sentaron a distancia de él y se lamentaban y gimiendo por lo que le sucedió a su amigo.

También Job estaba en una profunda aflicción. Este hombre tenía una inmensa necesidad de recibir palabra de consuelo. Pero por el contrario, su esposa sólo se descargó sobre él, diciendo: “¿Aún retienes tu integridad?”(2:9). Dos cosas se deducen de las cortantes palabras de esta desesperada mujer. Primero, ella pregunta, “¿Qué espantoso pecado has cometido, Job, que nos ha acarreado semejante juicio de Dios? No trates de convencerme de que eres un hombre íntegro.”

Segundo se deduce, “Entonces, ¿así es como Dios trata a una familia justa? Nosotros hemos mantenido el altar familiar todos los días años. Hemos caminado rectamente delante del Señor. Y hemos usado con generosidad de la abundancia de nuestra casa para bendecir a los pobres. ¿Por qué el Señor nos arrebata todo lo que nos es precioso? Yo no puedo servir a un Dios que permite que nos pase esto.”

Entonces esta afligida mujer pronuncia las terribles palabras: ”Maldice a Dios y muérete” (2:9). Ella estaba reconociendo, “ya estoy muerta, Job. ¿Qué más me queda?” Es mejor morir que vivir sin nuestros hijos. Anda, maldice a Dios y muere conmigo.”

La condición de ella ilustra la batalla feroz que cada uno de nosotros enfrenta con el enemigo cuando una tragedia nos azota. Vi recientemente esta batalla en una joven mujer, con la que estaba chateando. Noté su llanto silencioso. Le dije que yo era un pastor y le pregunté si podía ayudarla. Ella respondió: Señor, yo no puedo creer en su Dios.”

Me contó que su padre acababa de morir. Ella lo describió como un buen hombre, uno que siempre se ofreció para ayudar a los demás. Ahora a través de sus amargas lágrimas, esta mujer me dice: “Yo no puedo creer en un Dios que mataría a un buen padre en lo mejor de su vida.” Ella había optado por la terrible alternativa de la esposa de Job: culpaba a Dios y ahora empezaba a caer en la desesperación. Aunque ella estaba físicamente viva, estaba muerta por dentro.

jueves, 20 de marzo de 2014

PRUÉBATE A TI MISMO



Nosotros sabemos a través de toda la Biblia, que el número siete es igualado con el propósito eterno de Dios. Por lo tanto, yo creo que el número 7,000 que Dios citó a Elías simplemente denotaba a cada uno de los que componían su remanente. El pueblo que él aparta para sí mismo podía ser el número 70 ó 7 millones. Lo que importa es que ellos estén totalmente entregados a él.

Por lo tanto, ¿cuales son las características de este remanente? He aquí tres señales que los definen:
  1. Un compromiso inmutable de aferrarse al Señor. Cada creyente de remanente ha hecho una decisión eligiendo nadar en contra de la corriente de maldad. Los 7,000 en los días de Elías permanecieron en la verdad a pesar de la gran caída de Israel. Su sociedad había enloquecido con la sensualidad. Incluso los miembros de su familia y amigos se habían movido hacia la idolatría. Pese a las seducciones poderosas del siglo, estos 7,000 fueron capaces de permanecer de pié contra la marea. Ellos soportaron vergüenzas, privaciones y persecuciones, sin Biblias, sin predicas o compañerismo con los de afuera.

  2. Ciertamente, mientras más vil su sociedad, más rectos se hacían ellos. Elías sabía que las multitudes estaban con la mente entre dos pensamientos, deseando tanto una medida de Dios así como del mundo. Y él los confrontó, diciéndoles, “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18:21). ¿Ya ha hecho usted su decisión por Jesús? Quizás teme separarse de su viejo grupo. Quiere a Cristo, pero también quiere una parte de su vieja vida. Yo le digo, esto no funcionará. Solo logrará hacerle volver a sus viejos caminos. No puede testificarle a los pecadores si está bebiendo con ellos o riéndose de sus chistes sucios.
    Pablo advierte, “Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo” (2 Cor. 6:17). En algún momento, tiene que hacer un compromiso, declarando, “No me interesa lo que otros dicen o hacen. Yo soy del Señor. Y no me rendiré al espíritu maligno de este siglo.”


  3. Predisposición para identificarse con los pobres. En tanto que la tendencia de la sociedad es asociarse con los ricos y exitosos, usted se alinea con la clase sufrida. Como Abdías, usted puede tener una medida de éxito o estatura. Aún cuando aquel hombre santo era un gobernador en la casa de Jezabel, él determinó temer a Dios solamente. Y él demostró que su corazón estaba con los pobres al cuidar de aquellos 100 harapientos y sufridos profetas. Agradezco a Dios por cada creyente que es exitoso.

  4. Nuestro ministerio es bendecido por ofrendas generosas de algunos creyentes muy exitosos quienes aman identificarse con las necesidades de los pobres. Aún así mi pregunta a usted es: ¿Se puede identificar en el siguiente versículo? “Dios ha escogido lo necio de este mundo para confundir a los sabios; y… lo débil de este mundo para avergonzar lo fuerte; y lo vil de este mundo, y las cosas menospreciadas, ha escogido Dios… para que ninguna carne se gloríe en su presencia” (1 Corintios 1:27-29).
    Simplemente no hay muchas personas adineradas en la iglesia de Jesucristo. Jesús mismo dijo, “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de los cielos los que tienen riquezas!” (Lucas 18:24). ¿Por qué es esto así? Esto es porque muy pocas personas ricas desean identificarse con los menospreciados de este mundo, a quienes Dios ha llamado y elegido. Pienso en varios visitantes prósperos que han disfrutado de nuestro culto en la Iglesia Tiempo de Cosecha pero no querían que sus amigos se enteraran que ellos asisten aquí. Nuestros cultos incluyen demasiados a personas de escasos recuersos y demasiadas cosas inesperadas suceden.
    Tarde o temprano, aquellas personas escogieron asistir a iglesias más socialmente aceptadas. 


  5. Seguridad en la esperanza. Los 7,000 en los tiempos de Elías soportaron debido a su esperanza en un venidero día de rescate. Igualmente hoy, la esperanza bendita de la iglesia es el pronto regreso de Jesús. Con un toque de trompeta, toda la maldad terminará. Nuestro Señor terminará con todas las matanzas de bebés, todas las escandalosas perversiones.

  6. Por supuesto, que debemos evangelizar, ministrar y trabajar en tanto dure el día. Pero mientras tanto, debemos vivir con la esperanza que el Rey Jesús vendrá. Y él traerá un nuevo mundo consigo, donde él gobernará desde su trono eterno. ¿Estas tres señales le caracterizan a usted como parte del remanente de Dios? Si es así, Dios se gloria en usted: “¡Este ha entregado su corazón para mí! Él ha puesto sus ojos en mí. ¡Y es totalmente mío!”

miércoles, 19 de marzo de 2014

LOS TEMPLOS DE BAAL REPLETOS


Los israelitas se congregaban a tropel en la iglesia del éxito y la prosperidad de Baal. Y pronto esta iglesia deslizada estaba plagada con una corrupción inexpresable. Aquí es cuando el Señor habló a Elías de los 7,000 que no se habían arrodillado: “Yo me he reservado para mí 7,000 santos rectos. Ellos han resistido todas la codicia por fama y éxito. Y ellos son enteramente míos.”

Nosotros deberíamos estar agradecidos a Dios por tantos grandes héroes de la fe: profetas celosos como Elías, guerreros firmes de oración tales como Daniel, oficiales usados poderosamente como Abdías, hombres y mujeres que hacían hazañas poderosas tales como David y Débora. Yo creo que es necesario para nosotros estudiar sus ejemplos para percibir los secretos de una vida santa.

Sin embargo, ¿cuántos de nosotros buscamos imitar a aquellos 7,000 anónimos y desconocidos siervos que rehusaron arrodillarse ante Baal? Tales hombres y mujeres de fe escondidos son raros y pocos. De hecho, yo creo que el remanente que Dios ha reservado para sí mismo no es tan grande como podríamos pensar. La Biblia aclara que en cada generación perversa, solamente un pequeño remanente permaneció firme. Además, en los días de caos que vienen, la iglesia confrontará una gran caída de creyentes.

Pablo escribe, “Aún así entonces en el presente tiempo también existe un remanente según la elección de la gracia” (Romanos 11:5). Y Jesús advierte, “Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino, que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella: porque estrecha es la puerta, y angosto es el camino, que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).

Como puede ver, no fueron tan solo las oraciones de Elías que bajaron fuego del cielo. Fue el clamor de 7,000 hombres y mujeres amantes de Dios. Estas personas estuvieron encerradas en reuniones subterráneas, orando en los campos, algunos sirviendo solitarios en la casa de Acab, desconocidos para todos menos para el Señor. Aún así, ellos fueron fieles en su llamamiento para interceder, y Dios los escuchó.

martes, 18 de marzo de 2014

EL ÉXITO VERDADERO


En las iglesias a través de nuestra nación, el mismo espíritu seductor de Baal está obrando. Multitudes de creyentes son llevados por una urgente necesidad de hacerlo en grande. Y como resultado, ellos están siendo arrastrados hacia una vida de despilfarro y llevados al fondo de un hoyo de deudas.

Este espíritu también ha producido un punto de vista distorsionado del éxito similar al punto de vista mundano. Cuando un movimiento recientemente realizó un seminario para “Pastores exitosos,” este estipuló que solamente los ministros con congregaciones de al menos 1,000 personas deberían asistir. Aparentemente, números grandes fueron su único criterio para el éxito.

Yo presencié algo similar cuando inicialmente empecé a trabajar en la obra del Señor en Talara. Fui presentado a un evangelista muy conocido quién conducía una cruzada en una iglesia local. Lo que aquel hombre me dijo me impactó. Él dijo, “Si usted no logra esto de aquí en menos de 5 años usted nunca alcanzará el gran momento".

Yo enmudecí. ¿Qué quería decirme él con “lograrlo?” ¿Deseaba él algún tipo de fama? Para mí, “lograrlo” significaba tener suficiente dinero para pagar la factura de electricidad en la casa que alquilaba para los cultos o significaba encontrar algún otro pecador quien buscaba a Jesús para que lo libertase.

Muy a menudo nosotros medimos el éxito en el ministerio por cuán grande es una iglesia o por cuán grueso es su presupuesto. Si le preguntas al cristiano promedio que describa cuánto le ha bendecido Dios, él probablemente dirá, “El Señor me ha dado un carro nuevo, una casa bonita, y buen ingreso.” Aún así, en algún tiempo, esa misma persona podía haber respondido, “Dios me ha bendecido con una carga para orar y una visión fresca por las almas perdidas. El ha renovado mi hambre por él.”

Jesús describe cómo tales creyentes empiezan a entibiarse: “Estos son aquellos quienes… oyen la palabra, y el cuidado de este mundo, y su apego a las riquezas, y la codicia de otras cosas entran en ellos, ahogando la palabra, y ésta viene a ser estéril” (Marcos 4:18-19). Simplemente póngalo así, cualquier cosa que interfiera con nuestro caminar con Jesús es pecado. Si permitimos que alguna cosa oprima nuestros corazones -- un impulso por el éxito, el dinero o la aclamación -- esto nos pondrá de rodillas ante Baal. Nuestros ojos espirituales serán cegados. Y nuestros corazones se enfriarán, sin más celo por Jesús.

lunes, 17 de marzo de 2014

EL DON DE LENGUAS - MAESTRO ARMANDO ALDUCÍN

REMANENTE SANTO PREPARADO POR DIOS


Dios también tiene un remanente escondido en esta generación quienes no se han inclinado a los ídolos de este siglo. Para comprender este concepto totalmente, necesitamos examinar qué estaba sucediendo en Israel durante los días de Elías. El culto a Baal se originó en la Torre de Babel, bajo Nimrod. Este hombre ateo declaró, “Hagámonos un nombre” (Génesis 11:4). Así que Babel fue construido como un monumento al éxito y logro humano. En la cúspide había un observatorio, donde los astrólogos seguían los cuerpos celestes. Esta gente orgullosa literalmente “alcanzó las estrellas.”

En los días de Elías, el dios Baal supuéstamente garantizaba a sus adoradores el éxito, la fama y la prosperidad. Aquellos quienes besaran los pies del ídolo buscaban el cumplimiento en cada área del materialismo y de la sensualidad. ¿Quiénes eran estos adoradores de Baal? Era el pueblo escogido de Dios, adoradores apartados de Jehová. Así como yo, usted se preguntará cómo el pueblo de Dios pudo ser atraído a una idolatría tan ostentosa.

Ante todo, este pueblo ya había sido juzgado por Dios por codiciar prosperidad. Tuvieron que huir a Egipto, donde enfrentaron la pobreza, el hambre y el desamparo. Allí vieron a los seguidores de Baal siendo bendecidos materialmente. Y razonaron, “Nosotros teníamos suficiente comida en Jerusalén cuando nos arrodillamos a nuestros ídolos. Fuimos bendecidos y exitosos entonces, sin sufrimiento. Pero desde que dejamos de adorar a aquellos ídolos, encontramos solamente penurias. Volvamos a quemar incienso y a hacer libaciones a la reina de los cielos. Entonces quizás obtengamos las cosas que nosotros deseamos otra vez” (ver Jeremías 44:16-19).

El pueblo de Dios había caído bajo la poderosa seducción de un “evangelio del éxito.” Un espíritu de avaricia y codicia se había apoderado de ellos, de modo que sus vidas ahora estaban centradas alrededor de las riquezas y el reconocimiento. Por supuesto, no hay nada malo en el éxito, si usted hace las cosas a la manera de Dios: aferrándose a Cristo, diezmando fielmente, sometiéndose a su voluntad. Pero en Israel, había una mezcla impía: la gente se inclinaba ante Jehová porque temían su juicio, aún así codiciaban las cosas materiales.

Ahora, el mismo espíritu de Baal ruge en nuestra nación. En nuestras iglesias se levantan predicadores de prosperidad material, vemos la misma imagen de este dios pagano. Esta es una estatua de bronce de un gran toro, representando a un “Mercado de éxito”: una prosperidad cada vez más incrementada, gran riqueza y fama, logros humanos. Estos son los dioses que nuestra nación adora.

Piense en esto: un hombre es considerado exitoso si amasa millones. Él puede tener bastante dinero para vivir el resto de su vida en comodidad. Quizás el ya ha obtenido algún reconocimiento. Yo le digo esto, no parece importarle si su matrimonio fracasa, si él anda con prostitutas, o si arruina a gente inocente en su búsqueda de fama, poder y riqueza. El aún será juzgado como el epítome del éxito por las normas mundanas.

Que vista tan confundida e invertida del éxito. Aún así las multitudes se esfuerzan por ello. Nuestra nación entera está preguntando, “¿Quién quiere ser un millonario?”, deseando hacerse rico.

viernes, 14 de marzo de 2014

EL REMANENTE ESCOGIDO



Deseo llevarte al Monte Horeb en Israel, a una cueva oscura. Dentro de la cueva se encuentra sentado un solitario profeta de Dios. Este hombre piadoso es anciano ahora, probablemente en sus ochenta. Y el se siente completamente solo. Se ha decepcionado completamente de la sociedad.

Aproximadamente cuarenta días antes, el profeta pidió a Dios que lo dejara morir. Él estaba convencido, “Esta nación ha ido demasiado lejos. Y el pueblo de Dios se apartó mas allá de lo restaurable. Cada líder es una marioneta del diablo. Un avivamiento es simplemente imposible ahora. Ya no hay esperanzas. Señor, ya es suficiente. Por favor, quítame la vida” (ver 1 Reyes 19:4).

¿Quién fue este profeta? Este fue el santo Elías. Y él llegó a tal estado de desesperación a tan sólo horas después que ganara la victoria más grande de su vida ministerial.

Usted recuerda la historia. En el Monte Carmelo, Elías enfrentó a 850 falsos profetas en una confrontación de vida o muerte acerca de cual Dios prevalecería. Algunos de estos 450 profetas servían al dios pagano Baal; los otros 400 fueron sacerdotes de los ídolos de las arboledas de idolatría construidas por la malvada Reina Jezabel. Ahora, en un ritual demoníaco, los profetas de Baal empezaron a danzar y a gemir, tratando de despertar a su dios. Cuando el frenesí finalmente terminó, los profetas postrados sangraban profusamente, totalmente exhaustos.

Entonces llegó el turno de Elías. El simplemente clamó al Señor, e instantáneamente un fuego sobrenatural cayó desde el cielo. La ráfaga envolvente de fuego consumió tanto el sacrificio del profeta como los doce barriles llenos de agua que él había vertido alrededor del altar. Hasta consumió las rocas sobre el altar.

Qué maravillosa manifestación del poder omnipotente de Dios. Los falsos profetas temblaron ante aquel espectáculo. Y los deslizados israelitas quienes estaban presentes cayeron todos sobre sus rodillas, gritando, “¡Jehová es el Dios; “¡Jehová es el Dios!” (18:39).

Elías entonces mató a cada uno de aquellos 850 falsos profetas. Repentinamente, el avivamiento volvió en Israel. El triunfante Elías había orado por lo que finalmente había llegado -- o así pensó: “Esta es la hora de Dios. Este es el principio de la renovación por la que he orado tanto tiempo.”

Elías estaba tan fortalecido, que le sobrepasó a pies al carro del Rey Acab por veinticinco millas, volviendo a la ciudad capital, Jezreel. Quizás en su mente corrían pensamientos excitantes como: “¿Quién podrá ponerse en contra de lo que Dios ha hecho hoy? Este gobierno impío y sensual debe caer. Y Jezabel es la siguiente. Ella debe estar corriendo de vuelta a su idólatra padre en Sidón ahora mismo. Sin duda que ella ha oído acerca del fuego que cayó del cielo, y ella quiere escapar la purga del Espíritu Santo. ¡Este tiene que ser el momento más grande en la historia de Israel!”

Elías estaba convencido que la gente debía escucharle ahora. Yo creo que él determinó ir directamente al templo abandonado, para restaurar el culto santo en Jezreel. Pero antes que él llegara cerca de la ciudad, fue abordado por un mensajero de Jezabel. La reina le amenazó: “Así me hagan los dioses, y así me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.”(19:2). Ella le dijo a Elías, “Tú tienes un día para vivir, profeta, antes que yo te mate de la misma forma en que tú mataste a mis sacerdotes.”

Dentro de las veinticuatro horas de su increíble victoria en el Monte Carmelo, Elías volvió al desierto, temblando bajo un árbol de enebro. En su mente todo se volvió en contra suya. Y de la noche a la mañana todas sus esperanzas por una renovación se desvanecieron.

Cuarenta días después, encontramos a Elías hospedado en la cueva de una montaña, totalmente solo. La palabra hebrea usada para hospedaje significa “parar o permanecer.” También implica un significado de “quejarse o guardar rencor. Aparentemente, Elías había decidido, “Esto se acabó, terminó. Si un fuego milagroso caído del cielo no puede motivar a un pueblo apartado de Dios, nada puede.”

Entonces la Biblia nos dice, “La palabra del Señor vino a él, el cual le dijo, ¿Qué haces aquí, Elías?” (19:9). Esta fue la manera de Dios decirle, “¿Qué te esta molestando, Elías? ¿Por qué el enojo? ¿Cuál es tu queja?”

Repentinamente, el profeta empezó a vaciar su sobrecargado corazón: “He sentido celo por Jehová Dios de los ejércitos: porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (19:10)

Mucho de lo que Elías dijo era cierto. El pueblo de Dios estaba en un estado lamentable. La maldad abundaba en Israel. Y los verdaderos profetas eran difamados y se mofaban de sus palabras. Aún así, a pesar de esto, Elías permaneció fiel. Él estuvo totalmente entregado a la causa de Dios, orando fervientemente por un avivamiento. Pero estaba equivocado al pensar que tan solo él llevaba la carga de Dios.

No creo que Elías fue orgulloso al decir, esencialmente, “Yo soy el único que odia el pecado, el único predicador temeroso de Dios que queda en esta nación.” En mi opinión, Elías estaba simplemente abrumado por la soledad. Yo creo que él estaba diciendo, “Señor, si otros son tan celosos por ti como yo lo soy, ¿Dónde están ellos? Yo no veo a ninguno gritando en contra del pecado como lo hago yo.”

Si tú eres una persona de oración, probablemente te has sentido solitario, como Elías se sintió. Quizás también te lamentas por tu nación, especialmente por los interminables ríos de sangre que los Peruanos ha derramado a través del aborto. Quizás tú clames, como Amós diciendo, “Señor, no me dejes sentar en comodidad en tanto exista tal esclavitud en tu casa.” Quizás te preguntes, como Elías lo hizo, “¿Dónde están los líderes piadosos y pastores de corazones quebrantados? ¿Dónde están aquellos quienes aún creen en la santidad en lugar de los métodos carnales? Yo me siento como un fanático fuera de lugar. Por favor, Señor, colócame en compañerismo con otros que ven las cosas que yo estoy viendo.”

Ahora pienso en Elías, solo en aquella cueva. Él debió sentirse agobiado por la soledad total. Entonces, una voz quieta y apacible vino a él, nuevamente preguntando, “¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Reyes 19:13). Una vez más, Elías contestó, “… solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (19:14). Esta vez Dios le respondió, “Tu no estás solo, Elías. Pronto encontrarás a mi siervo Hazael. Yo quiero que le unjas como rey de Siria. Y allí está el piadoso Jehú, a quien ungirás como rey sobre Israel. Allí también está el joven profeta Eliseo, quien servirá a tu lado.”

Finalmente, el Señor dijo a Elías (como está traducido del Hebreo original por Helen Spurrell), “Yo tengo un remanente de siete mil para mí en Israel, todos aquellos cuyas rodillas no se han doblado ante Baal, y todos aquellos cuyos labios no le besaron” (19:18). Dios le estaba diciendo, “Yo tengo 7,000 escondidos, Elías, hombres y mujeres quienes no se han entregado al espíritu de esta era. Ellos están creciendo en mi Espíritu. Y todos ellos comparten la misma carga que tú.”

Entre estos 7,000 estaban 100 verdaderos profetas escondidos en cuevas por el piadoso Abdías. Abdías era un gobernador de alto rango quién servía en la casa del malvado Rey Acab. Él había escondido a los 100 profetas en dos cuevas, cincuenta en cada una, y estaba manteniéndolos vivos con pan y agua. Obviamente, Elías debía saber acerca de estos hombres santos. Y él sabía también de Micaías, un santo profeta quién estaba encarcelado por Acab por profetizarle cosas duras (ver 22:8). Aún así, sabiendo de estos hombres, Elías seguía abrumado por la soledad en su llamado.

jueves, 13 de marzo de 2014

PERFECTO DESCANSO EN CRISTO



Para entrar en el descanso de Dios, tenemos que renunciar a nuestros propios esfuerzos y sudor. Solamente la fe nos introduce en este perfecto descanso: “Pero los que hemos creído entramos en el reposo.”(Hebreos 4:3). Simplemente, decidimos en nuestros corazones creer que Dios es fiel para libertarnos en todas las circunstancias, no importa cuán imposibles puedan parecer.

“Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.”(Hebreos 4:10). Cuando descansamos en Cristo, ya dejamos de poner una cara de intrépidos en los tiempos de problemas. No inflamos una aceptación falsa de nuestra crisis. Y no nos preocupamos de que podamos rendirnos ante el temor y empezar a cuestionar el amor de Dios. En pocas palabras, nuestra “mentalidad de esfuerzo” ha cesado de manejarnos. Ahora, hemos aprendido simplemente a confiar en el Señor.

¿Cómo desarrollamos esta clase de confianza? Buscamos al Señor en oración, meditamos en su Palabra y caminamos en obediencia. Puedes objetar, “Pero todas esas cosas son obras.” Estoy en desacuerdo. Todos son actos de fe. Mientras observamos estas disciplinas, confiamos en que el Espíritu Santo esta obrando en nosotros, construyendo un estanque de reservas de fortaleza para nuestro tiempo de necesidad. Puede ser que no sintamos como la fortaleza de Dios entra a nosotros o que sintamos su poder formándose en nosotros. Pero, cuando nuestra próxima prueba venga, estos recursos celestiales se manifestaran en nosotros.

Esta es la razón primordial por la que busco al Señor diligentemente - ayunando, orando, estudiando, tratando de obedecer sus mandamientos mediante el poder del Espíritu Santo. No es porque sea un ministro que desea presentarse como ejemplo. Hago estas cosas porque sé que todavía tengo muchas pruebas por delante. Mientras siga sirviendo al Señor, el diablo nunca me dará descanso. Tendré que enfrentar intensos combates, ataques sorpresivos. Y a pesar de todas las victorias y paz que ya he experimentado, siempre necesitaré los recursos celestiales que me ayuden a soportar.

Quiero ser un soldado que está totalmente preparado para el campo de batalla. Y sé que la victoria es ganada mucho antes de que la batalla empiece. Es ganada en el campo de servicio, de entrenamiento o acondicionamiento o preparación. Cuando el enemigo súbitamente viene a mí, necesitaré todas la munición que este disponible. Y esa munición es suplida por la poderosa Palabra de Dios, que yo guardo en mi corazón. Así que, la próxima vez en que el diablo ataque, estoy confiado en que tendré de dónde sacar las reservas. Habré ganado la pelea a solas con Dios, antes de entra al campo de batalla.

¿Es usted un soldado comprometido, creyendo que Dios te está equipando ahora mismo? Si es así, entonces estarás cumpliendo tres requisitos:
  1. Eres un diligente lector de la Palabra de Dios.

  2. Mientras estudias las Escrituras, estás empezando a comprender cuánto Dios te ama. Si no estás convencido de su absoluto amor por ti, no podrás superar cualquier crisis que venga. Y serás convencido de su amor solamente devorando su Palabra.

  3. Estás cultivando intimidad con Dios, a través de un calificado tiempo de oración.

  4. Nuestro Señor desea que clamemos a él en nuestros tiempos de crisis. Pero la oración durante nuestros tiempos duros y difíciles no es suficiente. Tenemos que buscar a nuestros Padre en los tiempos buenos también. Nuestra fe no debe ser ocasional. Tiene su desarrollo en una constante relación con el Señor.

  5. Estás confiando que Dios no permitirá que enfrentes ninguna prueba sin darte los medios para soportarla.

  6. Si una gran prueba viene sobre ti, no tienes que preocuparte si serás fuerte o desmayarás. Nuestro Padre da la gracia cuando es necesario. Y si has desarrollado una relación íntima y cercana con él, él derramará su perdurable gracia sobre ti cuando la necesites.
Dios te invita a entrar en su reposo - hoy.

miércoles, 12 de marzo de 2014

PERFECTO DESCANSO EN EL



Existe un lugar en Cristo donde no hay ansiedad acerca del futuro. En este lugar, no hay temor de una súbita calamidad, aflicción o de desempleo. No hay temor de hombre, de fallas, o perder el alma. Este lugar es uno de total confianza en la fidelidad de Dios. El escritor de Hebreos lo llama el lugar del descanso perfecto.

Esta clase de descanso perfecto fue ofrecido a Israel. Pero la duda del pueblo y su incredulidad los mantuvo fuera del descanso de Dios: “…aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de incredulidad.”(Hebreos 4:6). Los Israelitas vivieron en constante temor y espanto, siempre esperando que sucedería la próxima crisis. Como resultado, estuvieron desolados en sus pruebas.

Si Israel hubiera entrado en este descanso, la obra de Dios en su pueblo podría haber sido completa. Pero debido a que no fue así, el Señor continua buscando en cada generación por un pueblo que entrará: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”(Hebreos 4:9).

Dios nos está diciendo, “Esta oferta de descanso es para ti hoy. Todavía hay un lugar en mí donde toda duda y temor ya no exista más. Es un lugar donde estarás preparado para cualquier cosa que pueda venir.” Su Palabra nos impele: “Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado”(Hebreos 4:1). Hoy, multitudes del pueblo de Dios nada conocen del descanso en Cristo. Mientras leen reportes horribles en las noticias diarias -- reportes de tragedias, calamidades, muertes - se llenan de temor y espanto. La constante oración de ellos es, “Oh, Dios, por favor no me quites a uno de mis seres queridos. Nunca podría sobreponerme al dolor.”

Sin embargo, si descansas en el Señor, no sucumbirás en esta clase de temor. No caerás en pánico o miedo súbito cuando seas golpeado por una crisis inesperada. Y no perderás la esperanza, acusando a Dios de traerte tamaños problemas. Si, soportarás el dolor que es común a cada ser humano. Pero, tendrás descanso en tu alma, porque sabrás que Dios tiene el control de todo lo que te concierne.

Constantemente nos encontramos en diversas pruebas y necesidades. Muchas veces tenemos que luchar contra las lágrimas de angustia y temor. Pero el Señor continuamente me aseguró, “Yo soy fiel, Israel. No te abandonaré a ti ni a tus seres queridos.” Dios caminó conmigo a través de este tiempo de prueba, y con cada una que le ha seguido.

Sin embargo, el Señor no desea darnos victoria en una sola experiencia. Su meta no es que salgamos de una crisis diciendo: “Gracias, Dios, mantuve mi fe a través de esto.” Si, pudiste lograrlo a través de esa experiencia. Pero, de la misma manera como le ocurrió al victorioso Israel en el Mar Rojo, eventualmente otra prueba vendrá. Y esta puede ser una prueba totalmente diferente.

Vivir en el descanso de Dios es un estilo de vida. Él desea que seamos sostenidos por su paz y confianza en todas nuestras pruebas, sabiendo que nuestro sumo sacerdote es afectado por nuestras calamidades. No entendamos mal: No estoy hablando acerca de colocarse en un estado de insensibilidad. Muchos profesores de la Nueva Era sostienen que la única manera de soportar las crisis futuras, es endurecer el corazón y neutralizar todo su amor. En cortas palabras, si dejas de preocuparte por la gente, no sufrirás dolor. De esta forma, podrás armarte contra las calamidades de la vida.

Sin embargo, Dios nunca es glorificado cuando sus siervos se adormecen asimismo hasta el punto de quedar aturdidos. Esto no es lo que significa su descanso. Es acerca de aprender a confiar en que él es fiel en sus promesas para nosotros en todas las cosas.

Soy padre de una hermosa niña. Y puedo decir honestamente, que nunca habría momento en que pueda hacerme a un lado y observar a uno de mis descendientes dolidos, sin querer entrar a su sufrimiento juntamente con ellos. En tales tiempos, haré todo lo que pueda para sanarlos y librarlos. Te pregunto, ¿cuánto más nos ama nuestro Padre celestial, que camina con nosotros en nuestras pruebas, y ansia sanar nuestras heridas?

martes, 11 de marzo de 2014

DIOS ESTA BUSCANDO INSTRUMENTOS


Amados, el Señor no nos salvó simplemente para que nos calentemos infinitamente en sus bondades, misericordias y gloria. Él tuvo un propósito eterno al escoger a cada uno de nosotros. Y ese propósito va más allá de bendiciones, compañerismo y revelación. El hecho es que el aún quiere alcanzar a la humanidad perdida. Y él está buscando un pueblo creyente y confiado, que él pueda formar en un gran instrumento evangelístico.

Nuestro Señor no usa ángeles como testigos de su gloria. Él usa a su pueblo. Y él desea entrenarnos como una especial y “peculiar” generación. “…vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”(1 Pedro 2:9). Él está buscando probar su palabra en nuestras vidas, para que el mundo crea cuando la proclamamos. Él desea presentar a las naciones incrédulas un pueblo fiel que ha sido conmovido por tiempos duros, quebrantado por pruebas profundas, y aún así continua confiando en él.

Vemos a Dios buscando un pueblo así en el tiempo de Gedeón. Cuando Gedeón extendió un llamado por voluntarios para enfrentar a los Medianitas, miles de Israelitas respondieron. Pero el Señor dijo a Gedeón, “Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los Madianitas en tus manos… haz pregonar esto a oídos del pueblo: Quien se estremezca, que madrugue y regrese a su casa…”(Jueces 7:2-3).

Dios estaba diciendo a Gedeón, “Si alguien aquí tiene miedo, dile que se vaya a su casa de inmediato. No permitiré que mi pueblo sea infectado con temor.” Dios estaba devolviendo voluntarios de su ejército. Al punto que algunos 22,000 dudosos fueron enviados a su hogar. Gedeón eventualmente redujo el número de voluntarios a 10,000 pero Dios le dijo que todavía demasiados. El Señor finalmente se quedó con 300 soldados probados para la batalla.

Esto tiene que decirnos algo. Del mismo modo que el Señor busca mensajeros del evangelio para enviarlos al mundo, el no va a reclutar iglesias cuyas bancas están llenas de gente temerosa, dudosas y sin probar. El no buscará poderosas y eficientes organizaciones religiosas o seminaristas altamente calificados. Dios usa organizaciones y los de la más alta preparación, pero, en si mismas, ningunas de éstas tiene los recursos necesarios para ser los mensajeros tratados y probados de Dios.

Entonces, ¿qué es necesario para alcanzar un mundo herido y perdido? Un pequeño ejército de soldados que ha sido probado en la escuela de las penalidades y pruebas. Dios está buscando a aquellos que están dispuestos a ser probados. Así que él enlista a quienes están dispuestos a ser probados a fuego, aquellos cuya fe ha sido refinada como el oro más puro.

A través de mis años en el ministerio, me he dado cuenta de un patrón en la vida de la mayoría de los cristianos. Casi inmediatamente después que Dios nos salva, él nos lleva al desierto de la prueba. Esto fue cierto aún en la vida de Jesús. Después que nuestro Señor salió de las aguas bautismales, fue dirigido por el Espíritu al desierto, donde él fue extremadamente probado. (Ver Lucas 4:1-2). La misma cosa ocurrió con los Israelitas. No mucho tiempo después que Dios los liberó de Egipto, fueron dirigidos al borde de una crisis en el desierto.

¿Por qué esto es así? Es porque Dios está buscando un pueblo que confíe en él ante todo el mundo en situaciones imposibles. Y puedes estar seguro que el mundo está observando como sus siervos soportan tribulaciones y pruebas mientras se aferran a su fe.

Vemos esta clase de confianza demostrada por Daniel. Los celosos co-gobernadores de Daniel, prepararon un complot en su contra, convenciendo al Rey Darío que prohibiera la oración por 30 días. Tal como lo esperaban sus compañeros, Daniel desobedeció la prohibición del rey y siguió orando tres veces al día. Aunque el Rey Darío respetaba a Daniel, se vio forzado por su propio decreto de lanzarlo a la guarida de los leones.

Daniel estaba bien enterado que la pena por desobedecer la prohibición del rey era la muerte. A pesar de eso, nunca dejó de orar debido a que confió en Dios. Él sabía que el Señor lo veía a través de esta circunstancia.

A través de esta prueba tan rigurosa, el Rey Darío observó ansiosamente a Daniel. Hizo todo lo posible por salvar a Daniel, pero simplemente no pudo. Finalmente, justo antes de que Daniel fuera lanzado a los leones, el rey le aseguró, “El Dios tuyo, a quien tu continuamente sirves, él te libre”(Dan. 6:16). Pero, esa noche, el rey no pudo dormir. Las Escrituras dicen que él “se fue a su palacio, y se acostó en ayunas”(v.18).

Si le dices al mundo que Jesús es tu Señor - tu salvador y sanador, un Dios que puede hacer lo imposible - ellos observarán como reaccionas en situaciones imposibles. Sus ojos están pegados sobre cualquiera que se jacta de las bondades, el poder y la gloria de Dios. Y el diablo mira también, esperando la falla de nuestra fe.

El Salmista escribe, “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!”(Salmo 31:19) ¿Qué es esta “grande bondad” que Dios mantiene sobre aquellos que confían en él a través de tiempos difíciles? Es un impenetrable y glorioso testimonio para el mundo que tu fe puede sobrevivir en cualquier situación.

¿Cómo respondió Dios a la fe de Daniel? Cerró la boca de los hambrientos leones. A la mañana siguiente el Rey Darío despertó temprano, ansioso por ver si Dios había contestado las oraciones de Daniel. Rápidamente corrió a la guarida de los leones y “llamó a gritos a Daniel con voz triste… Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de la boca de los leones?”(Daniel 6:20).

Esta es todavía la pregunta del momento. Como Darío, el mundo ansia ver un testimonio del poder protector de Dios. Y continuará preguntándonos hasta que Jesús venga, “Oh, Cristiano, te veo sirviendo a Dios fielmente. Ayunas, oras y que testificas de su gloria y poder. Sin embargo, estás en la prueba de tu vida. Dime, ¿te ha sostenido Dios a través de esta circunstancia? ¿Cuál es tu testimonio ahora que estás en la guarida de los leones?

Puedes imaginarte el gozo de Darío cuando oyó la voz de Daniel, respondiendo: “¡Rey, vive para siempre! Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño.”(Daniel 6:21,22). Daniel estaba vivo y muy bien. Sin embargo, no creo que este buen siervo haya dormido tranquilamente aquella noche. Daniel no era un súper humano, ni más que ninguno de nosotros hoy. Y nuestro Dios no espera que actuemos fuera de lo natural cuando enfrentamos esta clase de crisis. Nuestros sentimientos de vacilación durante tales momentos son normales.

En mi opinión, Daniel veló y oró toda la noche. Cada vez que un león bostezó, mostrando sus dientes, Daniel debió clamar silenciosamente, “Aún confío, Señor, y creo que tú cerrarás la boca de este animal.” Se afirmó en su fe. Y las Escrituras nos dicen: “…ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.” (Daniel 6:23).

Un hombre confió en Dios ante los ojos de los hombres. Y un reino completo fue impactado. La Biblia declara: “El rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra:…De parte mía es promulgada esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel. Porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, su reino no será jamás destruido y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.”(Daniel 6:25-27).



¿Entiende lo que estaba diciendo Darío aquí? Él estaba engrandeciendo a Dios, no precisamente por sus maravillas naturales, sino porque él había librado a Daniel de la muerte. Este rey pagano había visto a un creyente que verdaderamente creyó lo que predicó. Y, a su vez, él declaró, “Yo vi a un hombre que mantuvo un testimonio de su Dios. Nunca dudó. Y el Señor lo libró del poder del infierno.”